Finalmente será en otoño y de manera virtual, pero esa circunstancia no hace perder ni un ápice la ilusión al zamorano Javier Garduño de haber vuelto a ser nominado para los Pentawards, uno de los certámenes de diseño más prestigiosos a nivel internacional que, como tantos otros eventos, ha tenido que modificar su habitual gala mundial en una gran capital por un evento online más sencillo.

Tampoco le templa los nervios a Garduño y su compañero Israel García tener ya un galardón -Pentawards de plata en 2017- en su poder con la misma categoría. "Los nervios siempre existen y además ahora sabemos contra quiénes competimos, algo que se solía descubrir el día de la gala", recuerda el zamorano. En total, se enfrenta a otros seis nominados en la categoría "Fine Wines", algo así como vinos de lujo. "Tenemos nuestras propias apuestas", reconoce el diseñador sobre sus contrincantes, grandes estudios de Francia, Italia o Portugal, auténticos gigantes frente al pequeño estudio que tiene Garduño en La Hiniesta, pero que siempre ha sabido codearse sin ningún tipo de complejo de inferioridad en los grandes eventos, puesto que son ya varios los reconocimientos que atesora en su carrera.

No se sorprende de la elección previa del jurado para esta categoría y mira muy de cerca al estudio italiano, Spazio di Paolo, porque nunca se suele ir con las manos vacías de estos concursos. "Esta categoría es un arma de doble filo, porque, por un lado, son pocos los vinos premium, pero, por otra parte, el packaging que tienen siempre es muy especial, ya que estas bodegas invierten mucho en imagen", razona el zamorano.

Sobre los candidatos, asegura que "son grandes empresas, pero nuestra etiqueta es la más innovadora de todas las que se presentan, tanto por la técnica como por la mezcla de papeles que utiliza. Pero es cierto que el resto de nominados están ahí por algo", reconoce.

El trabajo con el que aspira a tener este otoño otro Pentawards en su vitrina va de la mano de la bodega Pardal y Punto, ubicada en Fermoselle, que confió en Garduño para "vestir" a uno de sus vinos más mimados, como es Sabaria. "El nombre viene de cómo se llamaba a la zona de Fermoselle en la época visigoda y la inspiración para la etiqueta la tuvimos en la corona del rey Recesvinto", explica el diseñador. Diferentes volúmenes y relieves, junto al juego de papeles con los que se obtienes distintas texturas fue la apuesta del estudio zamorano. "La etiqueta es una auténtica joya", sentencia Garduño. No en vano, la imprenta con la que trabajaron, ubicada en La Coruña, la tiene como ejemplo de uno de sus mejores trabajos.

"Lo que más ilusión me hace es que estemos en esta final internacional con un producto de la provincia. La bodega está en Fermoselle, la familia es de Argusino y ha recuperado para este vino la variedad de uva bruñal, que es también autóctona de la zona de Arribes del Duero", resume.

Ahora tan solo queda esperar para saber cuál será la decisión del jurado -compuesto por expertos internacionales en diseño de diferentes países- y si Sabaria se merece el oro, la plata o el bronce en esta categoría de vinos de lujo. "Yo me veo con bastantes posibilidades, aunque es cierto que haber llegado hasta aquí ya es todo un premio", subraya Javier Garduño para finalizar.