Apenas seis meses después de asumir el cargo como delegada territorial de la Junta de Castilla y León en Zamora, Clara San Damián se vio envuelta en la gestión de una pandemia sin precedentes en el último siglo. El coronavirus y sus consecuencias han marcado su tarea el pasado mes de marzo y han desplazado cualquier otro asunto a un segundo plano. Las etapas de la política popular como senadora o portavoz del PP en el Ayuntamiento de Zamora parecen ahora parte de otra vida.

- ¿Está preparada Zamora para afrontar un rebrote del COVID-19?

-Después de estos cuatro meses, que han sido muy duros y muy intensos para todos, la valoración que podemos hacer sobre lo que ha sucedido en Zamora es que, junto a Palencia, ha sido una de las provincias en la que menos hemos sufrido el COVID. Aquí nunca ha habido colapso, ni falta de camas. Al principio pensamos en la alternativa del Alfonso IX, pero decidimos que era importante concentrar todo el personal humano en el mismo lugar para no gastar tiempo ni esfuerzos en movernos de un sitio para otro. Esa fue una buena decisión de la gerencia, y nos permitió tener concentrado al personal en el Hospital. Si viniera una segunda vuelta del COVID, creo que podríamos afrontarla. Me gustaría mandar un mensaje de tranquilidad, porque estamos mas preparados desde el punto de vista material y porque los sanitarios saben a lo que se enfrentan. Zamora está preparada.

- La provincia presenta buenos datos, pero no es ajena a lo que está ocurriendo en según que zonas de Lleida o de Lugo. ¿La sensación actual es de calma tensa?

-No se descarta nada. De hecho, ahora mismo se están haciendo unas obras en el Virgen de la Concha para acondicionar la sala de espera de pacientes y familiares y que sirva para ubicar boxes que estén a disposición de los pacientes que entren con síntomas COVID. Hay que pensar que es muy posible que haya un rebrote, como en otros territorios.

- ¿Qué se ha hecho mal en las residencias, especialmente en los Tres Árboles, durante la primera oleada de la pandemia?

-Hay que partir de que las tres residencias de la Junta son las más grandes de la provincia. Son lugares donde todo se multiplica y donde más riesgo había, pero creo que la evolución de estos centros ha sido parecida a la de otros territorios.

- Pero ha habido quejas de los propios trabajadores, que han llamado la atención sobre la falta de previsión.

-Posiblemente, las cosas se podrían haber hecho mucho mejor. Hoy te das cuenta de las debilidades que teníamos dentro de nuestro sistema, y por eso no hay que perder un solo minuto en reforzar el modelo o en cambiarlo. En este sentido, la Consejería de Servicios Sociales está actuando rapidísimo, preparando la nueva ley y planteando modificaciones. Si algo tenemos que aprender de esto es que hay que corregir lo que no funcionaba. Dicho lo cual, y a pesar de los fallecidos, yo creo que la evolución de las residencias en Zamora ha sido la misma que en otras ciudades. También tenemos que ser conscientes de que los mayores son personas muy vulnerables, y ahí es donde hace más daño el virus. También se han dicho cosas con las que no estoy de acuerdo. Yo le aseguro que, en la provincia de Zamora, la propia gerente del Sacyl decía que se llevaran los enfermos de los centros residenciales al Hospital.

- O sea que, según usted, no es cierto lo que decía el responsable regional de Cáritas, Antonio Martín de Lera.

-Me gustaría que me dijeran qué casos concretos ha habido. Es cierto que son los médicos de las residencias los que deciden qué pacientes van al hospital, porque a veces determinan que no conviene moverlos dada su gravedad. Ese criterio se respeta, pero nunca se ha vetado a ningún mayor en el Hospital. Nunca. Por eso, no entiendo de dónde viene ese tipo de discursos. A lo mejor en otros sitios había que tomar esas decisiones, pero en Zamora no. Yo lo he vivido.

- Siguiendo con la Sanidad, la provincia contaba ya con la implantación del plan piloto de Aliste, que ahora queda en suspenso con el pacto de recuperación de la comunidad autónoma. ¿Hacia dónde debe ir la reforma que se va a tener que acometer?

-El plan de Aliste, al que yo siempre defendí que había que darle una oportunidad, ha quedado en un segundo plano con el pacto por la recuperación. Quiero destacar que aquí Mañueco ha demostrado cintura política y ha conseguido este acuerdo de forma inédita en toda España. En el documento hay 20 medidas por un importe de 250 millones para la Sanidad, y las propuestas buscan paliar los efectos de la crisis. Ha habido unos gastos tremendos, y hay que reforzar el sistema, fundamentalmente en atención primaria, que es nuestra mayor debilidad. Muchos dicen ahora que la Junta está aprovechando la situación para disminuir servicios, pero yo creo que algunos están utilizando la crisis para hacer una demagogia absoluta. Lo digo por la afirmación falsa del cierre de los consultorios. Hay que hacer una importante reflexión, pero que nadie piense que el sistema va a quedar debilitado. Al contrario, habrá que reforzarlo para garantizar la calidad de un sistema universal.

- El propio Igea reconocía la semana pasada que el problema no es de número de médicos, sino de organización. Lo que está claro es que comarcas como Sanabria o Sayago padecen esta situación en verano. ¿Hay una preocupación especial por una posible carencia de facultativos en el contexto de la pandemia?

-Claro que nos preocupa. Los alcaldes también nos transmiten esa sensación ante la presencia de más gente en los pueblos. Nosotros, y es lo que trató de explicar Igea, tenemos los recursos que tenemos y tratamos de maximizarlos para prestar el servicio. La realidad es que no hay médicos suficientes para contratar, aunque en las últimas semanas hemos reforzado la zona de Sanabria y otros lugares con más personal. Se hace todo lo posible para garantizar la asistencia. También nos gustaría que no se asustara a la población. Está bien reclamar mejoras de los servicios, pero intoxicar de esta manera como hacen algunos partidos no es ni bueno ni sano para una sociedad que está viviendo un problema muy grave. La realidad es que, durante estos cuatro meses, la gente ha estado atendida por su médico, y el ciudadano también sabe adaptarse a las circunstancias.

- De nuevo en lo referente a Sanabria, ¿la Junta está conforme con el control de las playas que se va a hacer en el Lago o sigue creyendo que el mejor sistema era el de la cita previa?

-Estamos muy pendientes, porque somos conscientes de que es un ayuntamiento pequeño y sin recursos. Considerábamos que la cita previa era la mejor opción, pero ellos eran libres de decidir y tenían miedo de que provocara efectos de disuasión de cara a los turistas. Hemos respetado al alcalde, y a pesar de no estar de acuerdo, desde el primer momento le estamos ayudando. Nos comprometimos a enviarles seis personas que ya están trabajando allí junto a los agentes medioambientales que se encargan de desinfectar las zonas comunes. Hablo con el alcalde, le ofrezco ayuda, pero me preocupa porque empezamos ahora la temporada alta. No me gustaría que Zamora tuviera un brote en un lugar como Sanabria, sería una mala noticia. Por eso, también hacemos un llamamiento para que el ciudadano ponga las medidas posibles; que se bañe y disfrute con la máxima responsabilidad, y que sepa que Sanabria es mucho más que las playas. Hay muchos lugares preciosos a los que se puede ir.

- ¿Hay margen de maniobra para cambiar el sistema e implantar la cita previa sobre la marcha?

-Si el alcalde nos lo pide, lo haríamos. También es verdad que, si se va de las manos, quizá se determine desde instancias superiores alguna medida extraordinaria, como puede ser la clausura de las playas. De momento, el alcalde dice que lo tiene controlado. Yo me fío, pero el verano es muy largo, queda mucho y Sanabria empieza la temporada fuerte ahora.

- Ahí entra en conflicto en tema sanitario con el económico. Al hilo de esto, ¿el plan que ha trazado la Junta para la recuperación tiene medidas suficientes para Zamora?

-Es evidente que la crisis se ha llevado por delante muchas ilusiones de crecimiento económico y que va a frustrar proyectos de emprendedores. Eso obliga a las administraciones a llevar de forma paralela una política de reactivación y mejora de la economía. Por ahí va el pacto que ha conseguido el presidente Mañueco. Ese pacto tiene cinco pilares, y uno de ellos es estrictamente económico, con un paquete de medidas de muchos millones de euros para evitar que caiga el empleo y ayudar a las pymes. La Junta ha sido muy rápida a la hora de poner ayudas para garantizar una estabilidad económica, social y política.

- ¿Se mantendrán los proyectos previstos en la provincia?

-Hay que seguir peleando para que continúen. Estoy hablando del Centro Cívico, del Conservatorio, de Parada del Molino, de la carretera de Porto... Pienso que todo eso hay que intentar que no se pare, porque esas actuaciones suponen trabajo para muchas empresas y el mantenimiento de muchos empleos. No se puede paralizar todo. La Junta tiene que abordar muchos gastos, fortalecer la sanidad, pero paralelamente hay que seguir apostando por las inversiones. Una de las prioritarias es la extensión de la banda ancha. Es una preocupación urgente después de lo que se ha visto en esta pandemia.

- ¿Qué hay del nuevo Museo de Semana Santa?

-Es verdad que quedó justo ahí en el límite la firma del convenio. El compromiso existe y se mantiene, pero no sé cuándo se podrá materializar, porque evidentemente ahora hay que priorizar lo urgente. Me gustaría pensar que se va a abordar de forma inmediata, pero habrá que tratar primero otros asuntos y eso a lo mejor nos obliga a esperar un poquito. No hemos hablado de eso con el presidente, porque queda mucho por hacer en esta crisis.

- En el caso de la biorrefinería de Barcial, parece que los promotores tienen la financiación. ¿El apoyo de la Junta se mantiene?

-La Junta tiene dos cuestiones que son la biorrefinería y Monte la Reina, y ha manifestado su apoyo a los dos proyectos. La biorrefinería lleva muchos años y es un proyecto que es muy interesante para la provincia. La Junta lo respalda, siempre y cuando cumpla con unos mínimos. Monte la Reina ahora se vuelve a poner sobre la mesa porque el Gobierno, que vino con su presidente a la cabeza a comprometerlo, ahora parece que no se manifiesta con tanta fuerza. Nosotros hemos manifestado que el que tiene que tirar del carro es el buey, que en este caso es el Gobierno de España, y en el carro irá la Junta.

- Las macrogranjas también se presentan como una oportunidad de desarrollo, pero hay una evidente controversia y un movimiento en contra de su instalación en los pueblos. ¿Cuál es ahora la posición de la Junta?

-Las macrogranjas generan esa doble posición. Están los que las defienden como una forma de evolucionar a otros modelos, y los que ven amenazada su vida en los pueblos con este tipo de negocios. La Junta ha tratado de ceñirse a la aplicación de la normativa para determinar si una explotación cumple con los criterios. Nosotros no podemos estar a favor ni en contra.

- Este asunto empieza a regresar al centro mediático tras una etapa en la que la pandemia lo ha ocupado todo. ¿Cómo valora su relación con Blanco, Requejo y Guarido, cada uno de un partido, dentro del Cecopi?

-Hemos estado cada uno en el lugar que nos correspondía en esta crisis. Desde el minuto uno tuvimos claro que esto no era un juego político, ni se trataba de ideologías. Esto nos exigía estar a la altura de los ciudadanos y teníamos que trabajar olvidándonos de diferencias, disputas anteriores y rencillas. Estoy sorprendida y agradecida por lo fácil que ha sido. Nos hemos ayudado muchísimo, y reitero que estoy agradecida por haber podido trabajar con la sensación de que ninguno iba a ser desleal ni a poner objeción a nada. Me emociona pensarlo.