Al otro lado del teléfono, solo suena el tono de llamada. Ni los contactos personales en páginas como "pasion.com", ni los clubs de alterne responden a las llamadas. El COVID-19 ha colocado en una larga cuarentena a las mujeres que trabajan con lo más vulnerable que tienen frente al "bicho": sus propios cuerpos. Las cientos de trabajadoras del sexo asentadas en Zamora capital y provincia abandonaron los clubs de alterne donde desarrollaban su actividad ya al inicio del "encierro", el 14 de marzo, cuando el Gobierno de España decretó el estado de alarma sanitaria y confinó a la población en sus casas. "Muchas de ellas optaron por regresar a sus países de origen; otras se fueron con familiares que viven en otras provincias", explican fuentes consultadas por este diario.

No pocas eligieron "confinarse en poblaciones de la costa", agregan. Muchas de ellas es posible que establezcan allí su residencia, aunque corren muy malos tiempos para el negocio en cualquier punto del país, "hasta que no exista una vacuna nadie se arriesga a retomar la actividad". Esto del COVID "es muy serio, está en juego la salud de las profesionales y de los propios clientes", indican otras fuentes conocedoras del negocio del sexo.

Los propietarios de clubs de la provincia realmente responsables, que son la mayoría, mantienen cerrados a cal y canto sus locales desde que el Gobierno de España decretó el confinamiento para proteger a la sociedad del COVID-19. En Zamora, los negocios sellaron sus puertas con la expectativa puesta en la ansiada vacuna.

Pero, una vez superado el estado de alarma sanitaria el 21 de junio, "hay que comer". La vulnerabilidad económica de estas mujeres les ha obligado a volver al trabajo, prescindiendo de los locales en los que se alojaban, donde tenían su habitación para recibir a sus clientes. Cerrados los clubs, "el negocio se ha trasladado a pisos de alquiler, situados principalmente en calles del centro de la capital", de acuerdo con la información recogida por este periódico. El 4 de julio ha marcado la incorporación de estas mujeres a su trabajo, sin posibilidad de tregua por el daño económico sufrido. Los cuatro meses de confinamiento, ya han causado una gran brecha en su economía.

Las mismas fuentes indican que hay otras prostitutas con un nivel económico más elevado que ejercen la profesión en pisos y que han reanudado su trabajo concluido ya el estado de alarma.

Sin embargo, durante el confinamiento no hubo excepciones, el miedo al contagio pudo más que la necesidad de ganar unos euros. Y por si la prevención no fuera suficiente, las autoridades competentes establecieron controles para asegurarse de que nadie osara saltarse el confinamiento, ni trabajadoras ni clientes. Y parece que no solo el miedo a la pandemia actuó como barrera: "las sanciones podían llegar a los 600.000 euros", si se consideraba muy grave la infracción. La Ley de Seguridad Ciudadana permite imponer multas de entre 6.000 y 30.000 euros para causas graves; y de entre los 30.000 y los 600.000 euros para las muy graves. Al riesgo sanitario, se añadía el de tener que abonar una abultada multa, que quedaría al criterio de la autoridad correspondiente.

La debacle económica causada por la pandemia golpea fuerte al sector de los clubs de alterne, pero especialmente a estas mujeres que vienen a España, a Zamora, acuciadas por la precaria situación económica de su familia en sus países de origen. Unas llegan creyendo que en este país solo les espera un empleo en la hostelería, como camareras, o como trabajadoras del hogar; otras conscientes de que se introducen en el mundo de la prostitución, "aunque nunca te imaginas que será tan duro", explica una prostituta latinoamericana que ha ejercido en un club de la provincia, entrevistada por este periódico. Muchas dejan en sus lugares de origen a sus hijos, para ellos es el dinero que ganarán.

Los dueños de los clubs tienen claro que sus negocios dependen del descubrimiento de la vacuna o de un tratamiento eficaz porque establecer medidas de seguridad que impidan el contagio "es imposible". Estos empresarios lo tienen muy claro: "Si alguien se contagia del COVID que sea en su casa, pero que no se vea implicado ninguno de nuestros establecimientos".