Encontrar una carretera semivacía debido a la reducción del tráfico provocada por el confinamiento debió ser un acicate para aquellos a quienes les gusta pisar el acelerador sin tener en cuenta su conducta temeraria. El radar de tramo de la N-122 situado entre la capital y la frontera portuguesa registró, a lo largo de aquellas semanas de estado de alarma, un significativo incremento de la velocidad media, llegando a picos de hasta 145 kilómetros por hora. Una auténtica irresponsabilidad en una vía que, además, mantiene unos niveles altos de siniestralidad año tras año. El subdelegado del Gobierno, Ángel Blanco, ha sido el encargado de dar a conocer esta situación y de catalogarla como "preocupante" por las implicaciones que puede contener. "A una velocidad de 120 kilómetros por hora, haría falta la distancia que ocupa un campo de fútbol para poder frenar un coche", ha señalado el máximo representante gubernamental en la provincia de Zamora.

Por estas y otras razones de peso, la Dirección General de Tráfico ha decidido poner en marcha una nueva campaña de velocidad en la que se vigilará y controlará el cumplimiento de los límites de velocidad con el objetivo de reducir la accidentalidad y las consecuencias derivadas de los mismos. Como suele ser habitual, la DGT ha invitado a los ayuntamientos a sumarse a la misma de modo que también en las vías urbanas se realice esta labor de concienciación y control de la velocidad, teniendo en cuenta que en las ciudades, los peatones son los usuarios que más fallecidos registran y la velocidad la principal causa de ellos.