Con el COVID-19 llegó el "cisco" a los juzgados de la capital y la provincia. ¿No querían digitalización?, pues dos tazas. La pandemia ha logrado lo que el Ministerio de Justicia venía implantando a cuenta gotas, un corte radical en el proceso de informatización de los juzgados de Zamora. La vía telemática se ha impuesto para evitar posibles contagios y ha blindado de tal forma los juzgados, la Audiencia y la Fiscalía que el silencio es el único eco que se escucha en los dos laberínticos edificios, a los que solo se puede acceder con cita previa.

Las medidas de seguridad son tan férreas que la típica estampa de los vestíbulos y pasillos llenos de testigos para la celebración de juicios es ya historia, según describe la juez decana, María Isabel Aguado García-Luján. Los funcionarios citan por teléfono o a través de correo electrónico a acusados, denunciantes y testigos. En la sala solo permanecen el juez, el fiscal si es un juicio penal, y los abogados de las partes implicadas en el pleito, eso sí, separados por mamparas y con los micrófonos protegidos por unas bolsitas de plástico, la misma que los testigos colocan personalmente, una vez recogida al iniciar su declaración. Ninguno podrá acceder al Palacio de Justicia si antes no recibe una llamada telefónica o el aviso del guardia civil de puertas, "están siendo muy colaboradores". La calle o un bar cercano se han convertido en las salas de espera judiciales. Incluso las audiencias previas en asuntos bancarios, en los que no hay público, se celebran con "cisco meeting".

El Ministerio ha metido el acelerador, aunque no sin el apremio del decanato para que se garantizasen mamparas para separar espacios e impedir el contacto entre los funcionarios en las oficinas, mascarillas o geles, que llegan contados, apunta Aguado García-Luján. "Ha habido que luchar para que estuviera todo a punto el 4 de junio, cuando retomamos la actividad y los plazos comenzaron a contar de nuevo". La labor de las empleadas de la limpieza es esencial más que nunca para mantener a raya el bicho: cada vez que entra un testigo a la sala de vistas o a un despecho, ellas "rastrean" con sus balletas cualquier superficie.

El COVID ha dado la vuelta al viejo engranaje judicial, la actividad de funcionarios, jueces, fiscales que han tenido que echar mano de la tecnología para atender a los ciudadanos y para tramitar los asuntos. Cuando apenas hacía cuatro años que se había implantado el expediente digital, todo un océano en el que muchos creyeron ahogarse, el teletrabajo vino a completar la experiencia. "La adaptación ha sido progresiva, al principio del estado de alarma solo venían funcionarios de los juzgados de guardia; y por cada juzgado venía otro de forma puntual". El teletrabajo y los turnos de tarde se impusieron "porque las oficinas son muy pequeñas". Hasta que no se colocaron las mamparas hace 21 días no se permitió la presencia de más de un funcionario en un mismo espacio.

Esta nueva era telemática que ha caído como una bomba no solo ha modificado la relación entre juzgados y de estos con abogados y procuradores, sino también con los detenidos y procesados, a los que los jueces han tomado declaración durante el estado de alarma sanitaria como jamás habrían imaginado: ¡por videoconferencia! "Hasta desde el móvil se ha conectado alguno", subraya la decana.