Veinte años después del atentado que le costó las dos piernas, el comandante Juan José Aliste se encontró cara a cara con su verdugo en la Audiencia Nacional. Horas más tarde, el militar explicaba a este diario cómo había sido ese momento: "Nos miramos a los ojos. Yo le vi y él me vio a mí. Pero no me afectó para nada. Durante toda mi vida he pensado que buscar la venganza sería ser como ellos; lo que siempre he esperado es la justicia. Y se ha hecho". Este episodio, narrado con la entereza y claridad que le caracterizaba, sucedió en el año 2015. Pero su vida, la que perdió el pasado sábado en Salamanca fruto de un infarto, había cambiado mucho antes.

El 10 de noviembre de 1995, el comandante Aliste llevó a su hija y a otros tres compañeros menores al colegio en Salamanca, donde residía. Tras dejarlos entrando a clase, arrancó su Fiat y avanzó varios centenares de metros hasta que se produjo la explosión. ETA le había colocado, de madrugada, más de 1.200 gramos de clorato sódico y 800 gramos de multiplicador de alto explosivo. La deflagración le arrancó las dos piernas a aquel hombre de cuarenta años natural de Rivas de Aliste. Un atentado que supondría, a la postre, un antes y un después en su periplo vital.

Lejos de amedrentarle, este episodio entre Juan José Aliste y la banda terrorista ETA no hizo sino convertir al zamorano en un auténtico azote de los asesinos. LA OPINIÓN-EL CORREO le distinguió como "Zamorano del mes" en octubre de 1997. Años después, uno de los primeros en alzar la voz tras el anuncio de la disolución de la banda en el año 2019 y lo hizo también en declaraciones a este diario. "Es un paso más en su parafernalia, en su teatro, y tenían que llevarlo a cabo. Así que, ni me lo creo, ni me lo dejo de creer".

En aquel momento, el capitán de Infantería Aliste ya ejercía como presidente de la Asociación de Víctimas del Terrorismo en Castilla y León. Una subdivisión de la AVT nacional para recordar y defender los derechos de los 138 castellanos y leoneses asesinados a manos de la banda terrorista ETA. Cuando los verdugos anunciaron esa disolución y su perdón tan particular, una vez más, Aliste fue contundente. "Pedir perdón de esa manera no es pedir perdón. Además, que pidan perdón ahora no tiene mucho sentido para las víctimas. Sí para ellos, porque la Justicia y el Gobierno les pedían el perdón para negociar el acercamiento de los terroristas. Para ellos tiene mucho sentido e interés. Pero sigue siendo una manera de pedir perdón muy rastrera".

Las palabras de Aliste parecieron convertirse en profecía cuando tuvo que ver el acercamiento penitenciario de la persona que intentó asesinarle. El etarra Sergio Polo, condenado por este atentado a cien años de prisión y a otros 110 por el asesinato en 1995 en León del militar Luciano Cortizo, fue trasladado de la cárcel de Algeciras (Cádiz) a la de Herrera de la Mancha (Ciudad Real), provocando así una oleada de indignación entre el colectivo de víctimas del terrorismo.

El comandante zamorano nunca quiso eludir pregunta alguna relacionada con los aspectos más peliagudos relacionados con ETA. Como, por ejemplo, las negociaciones que los gobiernos mantuvieron con la banda a lo largo de los años. Así lo explicaba en una entrevista publicada en este diario en el año 2018. "Las negociaciones no son de ahora, sino que vienen de hace mucho tiempo y varios gobiernos. Una negociación del Gobierno con la banda terrorista no sale así porque sí. Como víctima del terrorismo, me fastidia mucho que se negocie con ETA, pero a nivel de Estado hay que entender ciertas cosas que, por mucho que nos molesten y duelan, el Estado quizá tenga que hacer".

Con su fallecimiento, Castilla y León pierde un férreo defensor de las víctimas del terrorismo. Por esta razón, la cascada de reacciones ha llegado desde particulares en las redes sociales hasta el presidente de la Junta, Alfonso Fernández Mañueco, quien ha recordado que "nunca frenó su lucha en defensa de la libertad". Ayer mismo, la comunidad anunció que otorgaría a título póstumo la distinción honorífica a Aliste por su labor en defensa de las víctimas del terrorismo. En esta ocasión, el reconocimiento no llega tarde, puesto que el comandante siempre lo tuvo en vida.