Carlota, Paula, Laura y Alejandro han sido los primeros niños que en Zamora han hecho la primera comunión en un año en que parecía que las ceremonias se irían al traste con motivo de la epidemia de coronavirus. Sin embargo, parroquias y familias se han reunido y las primeras comuniones van a celebrarse, aunque espaciadas en el tiempo: en la unidad de acción de El Buen Pastor, que reúne las parroquias del centro de la ciudad se extenderán en sucesivos fines de semana hasta el 13 de septiembre. Ayer tocó el primer grupo de cuatro niños y niñas en San Torcuato.

La ceremonia es básicamente la misma de siempre, aunque en lugar de convertirse en un punto de encuentro de los escolares de tercero de primaria se limita a la reunión de los niños con sus familiares más cercanos, debido a que las limitaciones de aforo (entre un grupo familiar y otro se dejaba un banco de distancia) no permite dar pie a encuentros multitudinarios.

Según explicaba la profesora Ana Lázaro, catequista de los cuatro niños que ayer hacían la primera comunión, "durante el confinamiento no se ha podido dar la catequesis", pero "hemos mandado unos vídeos de preparación con cada día, durante 40 días y así nos hemos apañado, viendo los vídeos y con un ensayo". Eran eso sí, vídeos cortos y de contenido ameno para que no se les hiciera tan pesado a los niños.

Las familias han tomado distintas opciones. Unas han preferido dejarlo para el año que viene, con el fin de celebrar la primera comunión en un ambiente de mayor normalidad. Para el resto, cuenta Ana Lázaro, "se les ha dado a elegir de junio a septiembre, cuando se sintieran más cómodas. Se han ido distribuyendo dependiendo cada familia según se sientan ellos seguros". El resultado es que "tenemos más grupos que de costumbre" para distribuir a los aproximadamente 80 niños que harán la comunión en esta unidad de acción pastoral de Zamora.

Mariam y Juan, los padres de Carlota explicaban que ellos han preferido que su hija haga cuanto antes la primera comunión. "Lo principal era que la niña la hiciera cuanto antes y el segundo punto es que el vestido no le iba a valer como siguiéramos así, se le quedaba pequeño. Dejarla para más adelante sin saber si va a haber un rebrote es más complicado", explicaba Mariam. "De momento se trataba de aprovechar que la niña comulgase y luego con la familia de fuera poder hacer la celebración más adelante, cuando se pueda. Porque la familia de Madrid, Valladolid o Segovia no viene y nos hemos tenido que amoldar a la familia de aquí y amigos".

En todo caso la ceremonia se pudo celebrar con cierta normalidad. Todo el mundo entró con la mascarilla y se mojó con gel hidroalcohólico las manos, en lugar de agua bendita, hasta que, reunidos por grupos familiares en cada banco, algunos se quitaron el embozado. Carlos de la Fuente y Marta Hernández, con un pequeño grupo amenizó la ceremonia con su guitarra y sus canciones mientras el cura, Fernando Toribio se encargaba de dirigir la entrañable ceremonia de la primera comunión que protagonizaron, nerviosos, Alejandro, Carlota, Paula y Laura, los primeros de la era COVID.