El dato principal se dio a conocer el lunes. Zamora perdió 2.002 habitantes durante el año 2019. No es la peor estadística de la serie histórica ni de lejos, pero incide en una tendencia que castiga de forma machacona a la provincia desde hace décadas. Las comarcas se vacían y la natalidad se desploma, una doble realidad que moldea a las localidades hasta convertirlas en lugares con pocos habitantes y con una media de edad muy elevada.

Este escenario, palpable en un alto porcentaje de los pueblos de la provincia, tiene su reflejo también en las estadísticas. La serie histórica de la población de Zamora por edades muestra cómo la provincia no solo ha ido perdiendo efectivos de forma alarmante, sino también cómo el porcentaje de personas mayores ha ido aumentando de forma exponencial mientras se ha reducido a un ritmo similar el de niños. El éxodo de los jóvenes, el descenso de la natalidad y el aumento de la esperanza de vida han formado un cóctel que ha mudado la piel del territorio en el último medio siglo.

No en vano, en 1971, cuando arranca la serie histórica de datos que ofrece el INE, Zamora no solo tenía 258.528 habitantes, 86.898 más que a 1 de enero de 2020, sino que además daba cobijo a 56.721 niños menores de 14 años, un 21,96% del total de la población, y a 32.485 personas por encima de los 65, un 12,57%.

Casi 50 años después, la situación es prácticamente la opuesta. Las personas en edad de jubilación rozan ya el tercio del total de la población de la provincia, y representan un 30,74% de los ciudadanos de Zamora. Mientras, los niños van perdiendo peso de manera progresiva, y a comienzos de este año los menores de 14 eran 14.903, un 8,68% de los residentes.

La realidad es que en 2020 hay prácticamente una cuarta parte de los niños que había en Zamora a comienzos de los años 70. Eso sí, el cambio no ha sido repentino, sino fruto de una evolución que ha ido transformando la imagen de la sociedad zamorana entre finales del siglo XX y principios del XXI.

Ya en 1980, hace 40 años, la cifra de personas mayores de 65 años era casi idéntica a la de menores de 14. La diferencia era casi inapreciable, pero a favor de los niños. Fue en esa década cuando la balanza terminó de desnivelarse y es que, en 1990, los jubilados ya representaban el 21,15% de la población de Zamora, y los más pequeños habían bajado al 14,77%.

A lo largo del siglo XXI, esa tendencia no solo no ha cambiado, sino que se ha visto reforzada. La gente cada vez vive más y las cifras de nacimientos anuales siguen cayendo sin remedio. De ahí que, ya en 2010, el porcentaje de niños cayera por debajo del 10%. Cabe destacar que el tramo de edad entre 14 y 65 años se ha mantenido más o menos estable en todo este periodo, y ha representado entre el 60 y el 65% del total de la población, por lo que el gran trasvase se ha producido entre los pequeños y los mayores.

Si nada cambia, todo apunta a que la tendencia se mantendrá. No solo en la provincia, sino también en la capital, donde un cuarto de la población ya supera también los 65 años. Esta escasez en las nuevas generaciones alerta de un futuro demográfico complejo para un territorio que necesita un estímulo y una reacción cuanto antes para salir de esta dinámica.