"El pecado de conocer París y no haber estado nunca en Zamora"

"¿Cómo era posible que tuviéramos 12 selfies frente a la Torre Eiffel y ninguna foto de enamorados junto a la Colegiata de Santa María (de Toro)?". Un magnífico reportaje de Juan Pelegrín ensalza los atractivos turísticos de Zamora en la revista BuenaVida de El País.

Después de que la provincia pulverizara por segundo año consecutivo su récord histórico de visitantes, la pandemia global del coronavirus ha dejado en la estacada a uno de los principales sectores económicos del terruño. Sin embargo, la reactivación del mercado nacional gracias a la demanda interna se presenta como una gran oportunidad para descubrir los encantos que atesora Zamora. "Ahora que el sector turístico español nos necesita más que nunca, quizás sea el momento de que lo exótico se aparte para dar paso a lo más bello y cercano", escribe Pelegrín.

En su artículo, el autor destaca el rumor del agua del río Duero a su paso por la ciudad, el envidiable románico, el coqueto modernismo o el pulmón de la ciudad, el bosque de Valorio, además de su riqueza gastronómica. "A pesar de que el centro está trufado de ese románico que les da la fama, las cosas se pueden volver mucho más mundanas. La calle de Santa Clara, con sus tiendas, canaliza un incesante trasiego de gente. Algunos van de compras y otros, no importa el día de la semana, de tapas. Cerca de allí se oye la voz de la barra: "Dos que sí y uno que no".

Un arte culinario que se saborea a lo largo y ancho de la provincia, no solo en la capital. "Los viñedos de Toro, a pocos kilómetros de Zamora, son una visita necesaria. No solo por ser el origen de estos personalísimos vinos, sino también por el paseo que brindan las calles empedradas de su villa", ensalza en referencia a la "completa oferta" de enoturismo.

Los palomares de Villafáfila, las mascaradas zamoranas como el Zangarrón de Montamarta o las ruinas del Monasterio de Moreruela son otros de los atractivos citados en el texto, en el que no faltan las escapadas de turismo activo al Parque Natural del Lago de Sanabria o a los cañones de los Arribes del Duero.

En definitiva, un sinfín de planes en la única provincia cuyo nombre esconde la palabra amor entre la Z a la A. Y aún así son muchos quienes cometen "el pecado de conocer París y no haber estado nunca en Zamora", como reza el título del reportaje.