La sangría demográfica que afecta a Zamora viene de lejos. La provincia padece esta situación desde hace varias décadas, pero no logra frenar la tendencia. De hecho, la evolución de los últimos diez años no es precisamente halagüeña, y es que en este periodo se ha acumulado una caída de 22.000 habitantes, a razón de más de 2.000 por curso.

Esa estadística, publicada por el INE, señala una aceleración de la sangría demográfica a partir de 2012, cuando la pérdida de habitantes empezó a situarse por encima de los 2.000 anuales. El pico de esta caída se registró en 2016, cuando la merma de población rozó las 3.000 personas.

Desde entonces, el ritmo de caída se ha ralentizado ligeramente, pero no lo suficiente como para hablar de una mejoría evidente en estas cifras. Desde el citado año 2016, la pérdida de habitantes siempre ha estado por encima de las 2.000 personas al año, una circunstancia que ha llevado a Zamora a un escenario en el que, si el ritmo no se detiene, la provincia podría bajar de los 150.000 habitantes en torno al año 2030, con pueblos que podrían llegar a desaparecer.