Tiene apenas dos semanas de vida, pero ya está respaldada por 600 miembros. La Asociación de Castilla y León de Academias y Centros de Enseñanza (Aclacen) nace "por la necesidad de asociarse profesionalmente en defensa de los intereses comunes de los trabajadores", resume José María Pérez, presidente de la agrupación, que dirige la academia Villamor de Zamora, provincia que da fuerza a este nuevo organismo con 35 asociados. "Somos un sector muy importante en ciudades como la nuestra, cuya economía se apoya principalmente en el campo y los servicios", argumenta Pérez.

Dedicados a la formación reglada -atendiendo con clases particulares a estudiantes de Bachillerato y universitarios, principalmente- han sido duramente golpeados por la crisis del coronavirus. "Ahora mismo hay un aprobado general reconocido por la propia ministra Celaá, así que serán pocos alumnos los que tengan que repetir por lo que, aunque quiten el estado de alarma a finales de este mes, ¿qué podemos hacer hasta octubre que comiencen las clases y con los trabajadores en ERTE, si no hay trabajo?", se pregunta el presidente de Aclacen sobre el futuro inmediato de las academias.

Comparándose además con otros sectores castigados por la pandemia, lamenta que no haya subvenciones para todos. "Nosotros desempeñamos dos tareas muy importantes. Por un lado, no solo trabajamos con los alumnos como complemento a sus clases en los centros educativos, sino que también vienen algunos a buscar la excelencia, conseguir las mejores notas para poder entrar en una determinada carrera universitaria. Por otra parte, estamos creando muchos puestos de trabajo, cotizamos y pagamos nuestros impuestos. Pero todavía no nos hemos podido acerca a nuestros centros, como sí han podido hacer en otros sectores", explica.

Con la vista puesta en salir adelante lo más pronto posible de esta situación, la asociación regional apuesta por lo que denomina "cheque formativo", una propuesta que pretende paliar de alguna manera la brecha digital que ha sufrido el 12% de los alumnos durante este último trimestre de curso. "Lo que planteamos es poder dar clases de asignaturas básicas como lengua, matemáticas e inglés para evitar que estos niños, y otros que no han podido seguir bien las clases online porque tienen dificultades incluso con las presenciales, recuperen durante el verano y así se evita el fracaso escolar de cara al próximo curso", detalla Pérez.

Esta iniciativa se la van a trasladar a ayuntamientos y Junta de Castilla y León y aseguran que no implicará para las administraciones un desembolso extra. "No hay que hacer una inversión, sino que se puede utilizar para ello el presupuesto asignado a los campamentos de verano y de inmersión lingüística que no se van a poder poner en marcha por las actuales circunstancias", sugieren, subrayando que con esa aportación se cumplirá una doble labor. "Por un lado, se ayuda a los alumnos que no han llegado a los mínimos educativos exigidos y, por otro, se podrán mantener los puestos de trabajo de las academias", resume. "El profesorado ha dado la talla en este tiempo y hay que valorar su labor, pero también hay que ver las limitaciones que han padecido", añade.

Aseguran que las asociaciones de padres ya se han mostrado favorables a esta propuesta y ahora esperan reunirse en breve con representantes de las administraciones para trasladarles esta idea educativa, que podría convertirse en una realidad durante los meses de julio y agosto.