El accidente del Alvia en la base de montaje de La Hiniesta pasará a engrosar la lista negra de los siniestros ferroviarios ocurridos a lo largo de los años en la provincia de Zamora. Las vías que vertebran el territorio han sido testigo de numerosos impactos que han dejado un balance nefasto de víctimas mortales en el transcurso de las décadas y a las que a partir de ahora se sumarán los dos fallecidos del martes. Abejera, Martín Gil o Linarejos son algunos de los episodios que han quedado grabados a fuego en la memoria de los zamoranos. Hechos que nunca nadie quiso que ocurrieran, pero que ya forman parte de los libros de historia.

En el año 1962 tuvo lugar el accidente con peor saldo de víctimas registrado en Zamora. Ocurrió de madrugada, entre las estaciones de Sarracín de Aliste Aquella noche, dos expresos que cubrían la línea entre Madrid y Vigo con destinos inversos chocaron de manera frontal después de que uno de ellos se saltara el semáforo en rojo de la estación de Abejera para dejar pasar al otro. Un fallo humano pudo provocar esta catástrofe, en la que fallecieron tres de los cuatro maquinistas implicados y una persona más, encontrada al día siguiente del siniestro.

Un accidente muy parecido ocurrió cuarenta años después en Linarejos entre dos trenes Talgo que cubrían la línea Madrid-Coruña. En esta ocasión, según las crónicas, el tren proveniente de Madrid se encontraba parado en la estación esperando para realizar el cruce, pero un fallo hizo que el que venía de Galicia entrara en la misma vía y se lo llevara por delante. A pesar de lo aparatoso del siniestro, no hubo que registrar víctimas mortales, aunque casi una treintena de personas resultaron heridas de diversa consideración.

También sin víctimas, al menos humanas, se saldó el accidente de un tren de mercancías a pocos kilómetros del lugar del accidente de este pasado martes. En 1992, entre los apeaderos de Andavías y La Hiniesta, una máquina con dieciocho vagones se chocó contra un rebaño de ovejas, matando en el acto a 230 cabezas de ganado y destrozando decenas de Citröen C15 que iban como carga.

El más enigmático, sin embargo, ocurrió en octubre de 1964 en el viaducto Martín Gil. Un tren de mercancías cargado de material pirotécnico explotaba sin causa aparente al cruzar el puente y provocaba la caída al embalse del vagón de la carga y otros siete vagones. Aún hoy, cuando las aguas vienen bajas, se puede ver el amasijo de hierros del accidente que costó la vida a José Vicente Redondo, vecino de San José Obrero.