Marta Torres Molina

Pasar el día descalzos o en babuchas es y ha sido, para algunos, una de las grandes ventajas del confinamiento y el teletrabajo. El paraíso para aquellos alérgicos (léase de forma metafórica) a calzarse. Pues bien. Todos los que ahora estén leyendo esto con los pies al aire ya pueden ir a ponerse unos zapatos. Un calzado adecuado. No valen babuchas ni chanclas. Eso, al menos, si valoran la salud de sus pies. Así lo asegura Ana Vargas, podóloga del Hospital Can Misses.

Su trabajo en el Área de Salud se centra en la unidad de pie diabético, en la que tratan de mejorar la calidad de vida de las personas con diabetes. Una unidad con la que trabajan también con los servicios de Endocrinología y Traumatología. "El objetivo es prevenir complicaciones y evitar amputaciones", indica la podóloga antes de volver a las consecuencias que puede tener en los pies la tramposa comodidad de las largas horas en casa.

"No es tan adecuado como pueda parecer pasar tanto tiempo descalzos", comenta la especialista, que recuerda que eso es algo que, de forma habitual, sólo sucedería durante periodos de tiempo relativamente cortos. "Pero aún podría ser peor", indica refiriéndose a babuchas, chanclas y otros calzados que la gente emplea para estar en casa y que pueden ser perjudiciales si, en vez de durante unas horas al día, se emplean desde que alguien se levanta hasta que se acuesta. "Son muy planos, con el talón abierto y no sujetan bien el pie", indica. Esto hace que se camine peor, de forma menos estable, y puede ocasionar tendinitis o fascitis. O, si alguien ya las sufre, empeorarlas. Algo que no sucedería con tanta asiduidad si se lleva un buen calzado. Incluso para estar en casa. Eso sí, entre un mal calzado e ir descalzos, es preferible la segunda opción.

Suelos duros

Llevar un buen calzado es importante no sólo por la sujeción del pie, sino también porque amortigua la pisada. "Los suelos suelen ser muy duros", justifica. Otro problema que plantea ir descalzos en casa o con calzado no adecuado es el agarre de la planta del pie a la superficie que se pisa. Las chanclas o babuchas que no se ajustan al tobillo pueden facilitar que el pie patine. "Ahora que empieza el calor es habitual comenzar a usar chanclas, pero es mucho mejor buscar una sandalia que ofrezca una sujeción adecuada", recomienda Vargas.

La podóloga lamenta que los pies sean unos de los "grandes olvidados" de los cuidados corporales. "Como están allá abajo y parece que no se ven mucho. Como no se tienen en cuenta para una primera impresión... La gente se preocupa por los dientes porque se ven mucho, pero no por los pies", explica.

Durante estos meses encerrados en casa muchas personas se han volcado en el ejercicio físico. Esto que, a priori, es positivo, puede haber tenido consecuencias no deseadas para los pies si toda esa actividad no se ha llevado a cabo con el mismo calzado que se emplearía para practicar esa misma actividad física al aire libre o en el gimnasio. Zapatillas que sujeten bien el pie, que amortigüen los impactos contra el duro suelo de casa y que eviten los resbalones.

El desconfinamiento deportivo tampoco está exento de riesgos: "Estos días mucha gente se ha lanzado a la calle a hacer diez y quince kilómetros después de pasar dos meses sentados en el sofá viendo la televisión". Incluso aquellos que antes de la pandemia estaban acostumbrados a un nivel alto de actividad física deben recuperarla "de forma progresiva" para evitar, el sufrimiento de los tejidos del pie, las inflamaciones y la aparición de ampollas.

A las personas mayores el encierro les puede haber pasado factura en la circulación al verse limitada su posibilidad de salir a la calle a pasear. También, al estar cerradas las consultas de los podólogos, el cuidado de los pies, algo muy importante a ciertas edades y que, en la mayoría de los casos, no pueden hacer ellos solos. Aunque en las primeras etapas de la infancia es básico que los niños caminen y se muevan, la podóloga de Can Misses señala que también se recomienda que estén descalzos en casa.

Una de las consecuencias positivas de este asilvestramiento podal del confinamiento es que algunas mujeres se bajen de los tacones, perjudiciales no sólo para los pies sino para el resto del cuerpo: "Las rodillas, la cadera, y la espalda". "Se puede vivir sin tacones", indica la especialista, que señala que éstos no deberían sobrepasar nunca los tres cuatro dedos de altura.

La principal señal de alarma de que algo no está bien en los pies y que hay que buscar ayuda de un profesional es, afirma la podóloga, el dolor.