El pasado 14 de marzo, más de 18 millones de españoles siguieron en directo la comparecencia de Pedro Sánchez decretando el estado de alarma por la pandemia del Coronavirus. Televisiones, teléfonos móviles e incluso relojes inteligentes sintonizaron la señal oficial desde el Palacio de la Moncloa, y todo cambió.

Desde entonces, y a través de esas mismas pantallas, muchos han comenzado un nuevo estilo de vida digital en donde su trabajo, su ocio o su formación discurren de un modo que nadie habría podido imaginar. O quizás algunos sí. Una gran cadena como Leroy Merlin ha elevado un 600% sus ventas digitales a través de su tienda en línea, y estrenos de cine como el de la película Trolls World Tour han recaudado 100 millones de dólares bajo el alquiler en plataformas como Apple TV, en lugar de esperar al final del confinamiento, generando en ese periodo más ingresos de los que logró la primera entrega de Trolls en cinco meses en cines tradicionales.

Una nueva generación de hábitos digitales ya está presente en nuestras vidas, y, si perduran en el tiempo, con ella llega un importante conjunto de oportunidades para nuestra economía. Y es que, como un volcán en erupción en donde tras un primer momento de miedo nos confinamos en nuestras casas para evitar el desastre, un nuevo paisaje que nadie sabía cómo iba a resultar se ha forjado con la lava solidificada. Un terreno por conocer, repleto de riesgos y oportunidades a partes iguales, que si se gestiona de manera inteligente podría dinamizar nuestra economía como solo algunos pocos habían pensado.

Un primer ámbito que vimos rápidamente transformado fue la educación. Un sector crítico en nuestra sociedad que, aunque todavía no contaba con los modelos pedagógicos necesarios para digitalizar la formación en muchos de nuestros colegios, institutos y universidades, se ha abierto paso a través de un sinfín de videollamadas, plataformas colaborativas y otras novedades. Si bajo la universalidad del conocimiento la distancia nunca fue una barrera para una educación de calidad, hoy en día y gracias a los canales electrónicos no hay excusa para recibir -o impartir- la mejor formación del planeta. Vivir en un distrito escolar u otro podría no suponer una desventaja en una educación completamente digitalizada.

A continuación, resguardados en nuestras casas, nos vimos obligados a transformar la manera que teníamos de hacer la compra cada semana. Productos que tradicionalmente se compraban en persona, como por ejemplo los frescos, comenzaban a adquirirse desde tabletas y teléfonos móviles, viendo cómo el sector primario de nuestro país estaba a la altura de las circunstancias, ofreciendo calidad y garantizando el abastecimiento a toda la población. Ya no hay barrera para vender lácteos, carnes y otros productos frescos que tradicionalmente el consumidor español reservaba para sus visitas al mercado, y que ahora permiten que marcas y fabricantes los ofrezcan en canales digitales directos, saltándose a unos cuantos intermediarios.

Y muchos otros ejemplos que muestran cómo una nueva generación de comportamientos digitales ya está presente en nuestro día a día, y con ellos claras oportunidades para un tejido empresarial como el zamorano. Ya no importan las distancias para teletrabajar, ponerse en forma o entretenerse, y las empresas que sepan transformarse a esta nueva realidad resultarán ganadoras a largo plazo.

La pandemia ha acelerado la digitalización de la economía de una manera asombrosa, pero si empresas y gobiernos no la gestionan con criterio, esta crisis podría acelerar de la misma manera diferencias entre sus participantes. Es necesario un nuevo contrato social que incluya a todos los españoles, en donde ningún territorio quede excluido, y permita crecer de una manera inclusiva y sostenible. Un nuevo paradigma que generará oportunidades para una economía como la zamorana en tres ejes fundamentales:

? Primero, preparándonos para ofrecer nuestros productos a través de canales digitales en un mercado en donde los consumidores compran todo tipo de artículos, sin excepción, desde sus teléfonos inteligentes. Marketing y tecnología serán algunas de las competencias clave al respecto. La calidad del tejido agroalimentario zamorano ya no conocerá barreras para llegar a todo el mundo.

? Segundo, transformando nuestro tejido económico y social para importar talento y nuevas empresas, en un mundo en donde según un reciente informe del Banco de España hasta un 30% de los españoles podría teletrabajar a distancia. La calidad de vida de una provincia a una hora de Madrid, con dos paradas de tren de Alta Velocidad, vivienda accesible y varios espacios protegidos son elementos que hay que jugar para situarse y bien en esta nueva carrera.

? Y por último, no limitándonos a digitalizar el pasado ya existente, sino a pensar con creatividad en un futuro que aún está por definir.

No obstante, para todo ello hay un elemento fundamental sin el cual nada sería posible. Unas infraestructuras de telecomunicaciones que materialicen el derecho de acceso digital que todo ciudadano debe tener, como reconoce el Estatuto de Autonomía, y que en Zamora dista mucho de ser real. Según un informe del 2018 de la Secretaría del Estado para el Avance Digital, nuestra provincia contaba con una cobertura de Internet de alta velocidad -más de 100Mbps- del 49% del territorio, mientras que la media nacional superaba el 81%. Un claro y doloroso ejemplo de la brecha digital que vivimos, y que si no se resuelve podría suponer un amplificador de desigualdad social y económica. Mala conectividad digital, mala educación digital, mala economía digital.

Pero como dijo Paulo Coelho, lo que ahoga a alguien no es caerse en el río, sino mantenerse sumergido en él. Y los zamoranos bien sabemos luchar por el futuro de nuestra tierra, así que solo nos queda entender esta nueva realidad y trabajar duro para desarrollarla en todo su potencial. Bienvenidos a una nueva normalidad digital. Bienvenidos a una nueva oportunidad digital.

(*) Asesor y profesor universitario, experto en innovación y negocios digitales