No hace mucho, al subirme a la bicicleta para ir al trabajo, una vecina que me miraba asombrada me decía "qué deportista", a lo que yo respondí: "no, no es por deporte, la uso como medio de transporte".

De pequeño y de joven, en el pueblo, como para la inmensa mayoría, la bicicleta era mi fuente de libertad. Me subía e iba donde quería. A las pistas de baloncesto, a la biblioteca, al campo de fútbol? era nuestro medio de transporte, el medio de transporte de los babyboomers tardíos. Era asequible, divertido y práctico. Te mantenía en forma y por supuesto, nada contaminante. ¿En qué momento perdimos aquella perspectiva para engancharnos al coche y utilizarlo como medio de transporte en la ciudad e incluso en los pueblos? ¿puede haber algo más absurdo que trasladar una tonelada y media para moverte entre un lugar y otro en una ciudad como Zamora?

Hace ya tres años que decidí dejar el coche de lado y hacer todos mis desplazamientos urbanos en bicicleta. Con lluvia, frío, viento o buen tiempo. Da igual. Me pongo el casco y me voy donde quiero. En este tiempo he descubierto que tardo menos en llegar a los sitios y puedo salir más tarde de casa. Que como no tengo que dar vueltas buscando aparcamiento, siempre llego puntual. Que físicamente me encuentro mucho mejor y además me resulta mucho más divertido que ir en coche. También que cada vez veo a más gente en bici, como yo. Finalmente me enorgullece pensar que no contamino el aire que luego respiro o respiran otros. Y es que solo en España mueren 10.000 personas por culpa de la contaminación atmosférica (cifras de la OMS).

Por otro lado creo que es urgente y necesario afrontar una revolución en la movilidad de Zamora, para devolver al ciudadano lo que el coche nos ha quitado: el espacio urbano, espacios de encuentro y movilidad seguros, lugares y calles sin ruidos, humos, micropartículas, hollín.

Tenemos que poner en el centro al peatón y la bicicleta y sacar el coche de la ciudad.

José Antonio Alonso