"¿Estáis todos bien?". Las primeras palabras de Miguel Ángel Asensio tras ingresar en la UCI del hospital Virgen de la Concha a finales de marzo fueron para preocuparse por su familia, angustiada al otro lado del teléfono. Ni él ni los suyos eran conscientes entonces de que por delante aguardaría aún una tremenda lucha, muy cerca de la muerte, contra el coronavirus: 45 días de cuidados intensivos que terminaron este lunes. Un estruendo de aplausos y vítores le aguardaba camino de su habitación en Neumología, un afecto que ahora él devuelve con palabras sinceras: "Estaré eternamente agradecido a todo el personal sanitario del hospital".

La historia de este villalpandino de 59 años, su pelea vital contra un desconocido virus de nombre impronunciable -SARS-coV-2-, ha seguido fielmente un guion desafortunadamente conocido por los españoles desde la irrupción de la pandemia en nuestro país. El pasado 13 de marzo, Miguel Ángel comenzó a encontrarse mal, con fiebre y dolor de estómago. "Nos dijeron que le diéramos paracetamol", relata su hijo Iván. El remedio funcionó... aunque solo de momento. Días después, aquello fue a peor y tuvo que ser trasladado en ambulancia al Virgen de la Concha. "Cuando ingresó, presentaba una neumonía severa, le costaba respirar. Le hicieron una placa y nos dijeron que aquello pintaba muy feo", continúa Iván. Así que el 19 de marzo, los médicos decidieron ingresar al paciente en la UCI, con el respirador "a máxima potencia".

Recuerda perfectamente Iván que lo peor de la pandemia, el drama de los centenares de muertes diarias en todo el país, aún no había llegado. Las escandalosas cifras de fallecidos de las semanas siguientes supondría una losa sobrevenida para la familia de Villalpando. Aquellos fueron los peores días. Las jornadas se dividían en dos: malas y peores. "Cada día, estábamos pendientes de la llamada del hospital por la mañana. Si las noticias eran buenas, todavía. Cuando eran negativas, no podíamos ni comer ni dormir", explica Iván Asensio. Así que el teléfono se convirtió en un arma de doble filo: "Cuando te llamaban, estabas con el corazón en un puño".

Un zamorano con coronavirus sale de la UCI tras 45 días

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La batalla de Miguel Ángel sería cada día más complicada. Los médicos le aplicaban distintos tratamientos, pero "hubo un momento en el que mi padre estaba prácticamente desahuciado". La práctica quirúrgica de una traqueotomía, acto seguido, supuso una tabla de salvación: "Fue una mejora bestial". Pero, la vida es como es, cuando el zamorano había plantado cara a la COVID-19, una bacteria provocó un retroceso severo en su estado de salud.

No obstante, los médicos no dejaron de aplicar todos los recursos, tradicionales y experimentales, a su alcance. Y entonces Miguel Ángel comenzó a mejorar. Si alguna explicación tienen los especialistas para explicar su salvación es la fortaleza física de un hombre de un metro noventa de altura y cien kilos de peso, de hábitos saludables y sin la coletilla que, desafortunadamente, ha acompañado muchos malogrados casos, "patologías previas".

En el campo de batalla que supuso la UCI para el villalpandino, su familia no estuvo presente de forma física, pero sí virtual. "Las enfermeras nos recomendaron hablar por teléfono, hacer videoconferencias, algo fundamental para subir el ánimo del enfermo". Y así lo hicieron. Así fue cómo Miguel Ángel comenzó a ser también consciente de formar parte de una pandemia que hoy, oficialmente, ha infectado a más de 200.000 españoles.

Este lunes, Miguel Ángel Asensio dejaba la UCI agradecido, pero débil y con una larga tarea por delante: reponerse y recuperar los 20 kilos que se había dejado en la sala de cuidados intensivos. La prueba PCR confirmó su negativo en la COVID-19. Las pruebas practicadas a sus familiares, también han sido negativas. Y ahora, el paciente se encuentra en aislamiento, esperando regresar a casa, quizá la próxima semana. "Los médicos nos dijeron siempre: mientras hay vida, hay esperanza". Y ese es el mensaje que ahora la familia quiere transmitir. Una dura experiencia de esperanza que supera a un temor que, no obstante, tampoco ha desaparecido completamente. Eternamente agradecidos, Miguel Ángel y los suyos saben ahora que la tragedia de miles de afectados por la COVID-19 se ve de una forma diferente "cuando te toca a ti tan de cerca".