Vicenta Prieto Santos nació el 22 de enero de 1909. Era el día de San Vicente de Huesca, desterrado y martirizado por el emperador Dioclesiano, así que siguiendo lo acostumbrado en la época, a la pequeña le pusieron el nombre del mártir en femenino. De esto hace ya 111 años. Por su centésimo décimo primer cumpleaños Vicenta recibió la visita de su familia en la residencia de Santibáñez de Tera. Ninguno sospechaba que el virus, que en ese momento se extendía por la provincia china de Wuhan, iba a terminar también causando estragos en España.

Vicenta ha pasado la pandemia confinada en su habitación. La ha visto por televisión, confinada en sana y salva, aunque nadie sabe qué ha podido pensar. No es la única pandemia mortal que ha vivido. De hecho hay muy pocas personas en el mundo que hayan sido testigos de los dos virus más mortales de algo más del último siglo. La anciana no ha realizado comentario alguno conocido. "Ella tiene una televisión en su cuarto y me cuentan las chicas de la residencia que dice !Ay¡, pero nada más", explica su sobrina Inmaculada, que esta semana habló con ella a través de una tablet por vídeo conferencia.

La gripe asoló el mundo en 1918. Entonces Vicenta tenía nueve años. No hemos podido oír su testimonio, pero su familia sí lo ha escuchado muchas veces. "Ella nos ha contado que cuando la gripe decía que salían de la escuela para ir a un entierro y que cuando volvían ya había muerto otro vecino", relata su sobrina. El marido de Inmaculada y otros vecinos apostillan citándola como fuente que en Santa Croya murieron muchas personas, "también niños". "Cuando la gripe mala mucha gente murió", rememoran.

"La mente le va como una bala", afirma el alcalde de Santa Croya, Juan José Arenas, que la ha conocido bien. Vicenta vivió en su casa hasta los 104 años salvo alguno meses de invierno que pasaba con sus sobrinos. "Cuando llegaba febrero se iba para su casa para aprovechar el sol de la tarde". Salía al cumbre con una silla hasta que no había rayos aprovechables. Esto la convirtió en una habitual de las preguntas de los peregrinos que pasaban camino de Santiago. "No paran de hacerme fotos. Ando por todo el mundo", le contaba a su familia cuando se trataba el asunto. Recibía ayuda para hacer la casa, la cama fundamentalmente. Pero a las chicas que la cuidaron siempre les decía:"dame conversación, habla conmigo, que de la comida me encargo yo". Una mala caída le causó una rotura de cadera hace siete años e ingresó en la residencia de Santibáñez de Tera.

"Está bien de salud. Tiene algo de sordera pero se encuentra bien. Ella se apaña". Un poco antes de su cumpleaños tuvo un achaque. No saturaba bien. La trasladaron a Benavente. En tres horas estaba recuperada y de regreso a la residencia. Celebró su 111 aniversario, un año más, con toda su familia.

Vicenta Prieto Santos nunca se casó. "Entre lavar y coser no me casé. Tuve pretendientespero nunca me decidí", testimonian de nuevo sus familiares. Vivió con una hermana hasta que esta falleció con algo más de noventa años.

Cuando recibió la llamada visual de su sobrina Inmaculada se alegró. "Te conozco Inmaculada. ¡Qué bien!", le dijo. En plena crisis de la COVID-19 Vicenta no se refirió a la enfermedad en ningún momento. Para qué, cabe entender. Ya vivió algo parecido hace 102 años. "Con la mala gripe mucha gente murió".