De repente, más de veinte enfermos. La COVID-19 golpeó a la residencia Virgen de Canto de Toro como a muchos otros centros a lo largo del país, con crueldad y sin avisar: "Las primeras semanas fueron muy duras", reconoce su director, Ignacio Toranzo, que tuvo que afrontar una realidad difícil de gestionar y que partió de una condición inicial desalentadora: "Cuando entra el virus es imposible pararlo, solo podemos minimizarlo".

En ese escenario se han visto muchas residencias durante las seis últimas semanas. Dentro de este tipo de entornos, la convivencia estrecha, los espacios comunes y las personas de avanzada edad con patologías previas forman una mezcla que resulta demoledora si entra en contacto con el virus. El resultado probable es el drama que han vivido algunos centros, donde la cifra de positivos y fallecidos se ha disparado sin control.

En Virgen del Canto, un centro dependiente de la Diputación, el brote inicial atacó fuerte, pero la situación se ha ido estabilizando. El balance hasta la fecha arroja un fallecido confirmado por COVID-19, siete muertos con síntomas compatibles y trece personas aisladas por la enfermedad o por mera precaución. La buena noticia es que, para la mayor parte de los residentes en cuarentena, la pesadilla va tocando a su fin. Diez de ellos podrían empezar a hacer vida normal la próxima semana.

¿Cómo se ha paliado la expansión del virus? El director del centro incide en la importante labor preventiva realizada en las semanas anteriores, en el trabajo del personal y en la capacidad del recinto, que permitió aislar en condiciones óptimas a los afectados. No en vano, la residencia cuenta actualmente con 33 usuarios de los 70 que le permite la normativa, a la espera de ir cubriendo más plazas. Esta circunstancia ha resultado decisiva para "minimizar" el efecto de la enfermedad COVID-19.

Ahora bien, Toranzo advierte de la necesidad de que lleguen más test para evitar un nuevo brote: "En cada pandemia hay cuatro grupos: la población de riesgo, los pacientes sanos, los infectados y los inmunes. Con este virus no se ha protegido a tiempo a las personas de riesgo. Si en la primera semana hubiésemos tenido pruebas, podríamos haber aislado a los positivos, pero ni siquiera hoy sabemos dónde estamos; desconocemos en qué grupo está cada uno e incluso los muertos reales en España", analiza el director de Virgen del Canto.

No en vano, en la propia residencia toresana, todavía hay quince personas que no han pasado el test: "Hay centros en los que se han encontrado con un 90% de asintomáticos", recuerda Toranzo, que advierte de la posibilidad de que el virus regrese si no existen medios para seguir controlando el riesgo. Además, el director exige pruebas PCR para dar seguridad a la incorporación de los trabajadores. Hasta la fecha, seis empleados de Virgen del Canto han dado positivo por coronavirus.

Desde la Diputación, el presidente, Francisco José Requejo, que visitó el centro el pasado viernes junto al responsable de Personal, José Luis Prieto, subraya que la situación es "estable" después de la fase más crítica de la pandemia. El dirigente provincial apunta al trabajo político preventivo y al esfuerzo de la plantilla como elementos clave de la gestión, aunque deja claro que "cada muerto es una cicatriz". "Es una situación dura e intentaremos mejorar en lo que podamos", asegura, consciente de que esto aún no ha acabado.

Mientras tanto, en la residencia, la calma tensa se va imponiendo. "Los trabajadores están descansando más para que puedan estar mejor a nivel psicológico", remarca Toranzo. Eso sí, siempre listos para lo que pueda venir.

Pincha aquí para ver todas las imágenes.