El tráfico por la carretera Nacional 631, el principal nexo viario de la comarca de Sanabria y Carballeda con la capital, registra un descenso de la circulación de vehículos particulares pero mantiene la afluencia de camiones y trabajadores. Los controles de la Guardia Civil son habituales, especialmente en las fechas de fin de semana y el día festivo de la comunidad. Se revisan la documentación y autorizaciones pertinentes de todos los conductores. En esta ocasión la patrulla de la Benemérita usa la salida de la nacional a Camarzana de Tera, a la altura de Ferreras de Abajo, para desviar los turismos y cotejar la documentación.

Entre las personas que constatan que el flujo circulatorio se sostiene temporalmente está Marifé Ramos, que regenta la gasolinera de la Nacional en el término de Otero de Bodas abierta durante estos 40 días de cuarentena.

El grueso del trabajo se concentra por la mañana "me tienen entretenida" afirma esta veterana de la nacional. El bar está parcialmente abierto pero "solo para cafés para llevar, algo de prensa y bolsas para picar" en atención a los camioneros que frecuentan esta ruta. Los camioneros son testigos de la libertad de la fauna a cualquier hora, desde ciervas, corzos, zorros y jabalíes. El campo está verde y los cultivos al alcance del diente y menos tráfico para el cruce de la fauna.

A lo largo de la carretera no son contados los establecimientos abiertos al público aunque, en Pozuelo de Tábara, uno de los establecimientos ha preparado un pequeño dispensador autoservicio de café y algún refrigerio para los conductores de la madrugada. La gasolinera de Tábara también es de los pocos lugares abiertos en esta larga cuarentena.

La travesía de Otero de Bodas recibe la visita frecuente de un vehículo de extinción de la Consejería de Fomento y Medio Ambiente un chofer y dos Agentes Medioambientales que esparcen desinfectante en los puntos de afluencia como es la propia gasolinera. En una misma jornada recorren Ferreras de Arriba, Otero de Bodas y Villanueva de Valrojo desarrollando este trabajo adicional en los cascos urbanos, bien recibido entre los residentes, confinados en las casas de los pueblos y pendientes de los huertos. En todos estos pueblos no consta ningún caso positivo por fortuna.

El camión que dispersa el desinfectante lleva una carga de 2.000 litros para repasar contenedores, consultorios, entrada a tiendas, accesos a consultorios y el propio Ayuntamiento. El propio vehículo dispone de un sistema de autoprotección que vierte agua en las ruedas y de paso proyecta el desinfectante al suelo. Lo que sirve para apagar fuegos se ha reciclado temporalmente para mantener a raya un virus, el Sars-Cov-2.

El chorro se proyecta a casi dos metros de altura con los diferentes utensilios que se acoplan al circuito del agua. Las fachadas de la panadería, la tienda, el bar, el almacén de piensos y el edificio de la Junta Administrativa quedan bien regados hasta la próxima visita.