Las vacas vuelven a pastar por las praderas de Almaraz de Duero. Después de un paréntesis de cuatro meses, impuesto por el vaciado sanitario que decretó la Junta tras detectarse varios casos de tuberculosis, el Ayuntamiento vuelve a apostar por el proyecto y 190 animales con medio centenar de terneros pueblan prados y montes del municipio.

"Ya estamos a tope y con mucha ilusión" cuenta el alcalde de Almaraz, José Martín, tras soportar, el equipo de gobierno y todo el pueblo, el mal trago que obligó a sacrificar las 330 vacas de la ganadería municipal. "Nos fastidió, pero tampoco es para darle muchas vueltas, hemos esperado los cuatro meses de rigor y volvemos" expresa el impulsor de este proyecto pionero en Zamora.

En realidad la cuarentena terminaba la primera semana de febrero, pero en enero el alcalde y los concejales ya empezaron a moverse buscando animales y valorando las razas más aptas y económicamente asumibles para las arcas municipales. En febrero llegaron las primeras vacas y en marzo el último lote hasta conformar una ganadería de 189 animales (185 vacas y 4 sementales) procedentes de Extremadura, Galicia y Asturias.

Las reses se reparten entre unas 70 vacas de la raza francesa salers, otro grupo de asturianas de la montaña, otra partida de 36 alentejanas, algunas cruzadas y unas 15 cachenas, la raza por la que el Ayuntamiento de Almaraz había apostado mayoritariamente cuando puso en marcha este proyecto pionero, en el año 2014.

"Buscábamos que no fueran muy caras y que se adaptaran bien; también que no den muchos problemas en los partos porque las vacas están en el campo y aunque se las controla a diario, se busca que sean duras y autónomas" precisa José Martín. En ese sentido la cachena "dio muy buen resultado y esperemos que estas nuevas también".

Almaraz consolida así un proyecto pionero y con escasos ejemplos en todo el país, como es la gestión de una ganadería municipal que ha permitido dinamizar la actividad económica del pueblo y limpiar praderas y monte. Para ello, los trabajadores municipales, apoyados muchas veces por los propios concejales y voluntarios del pueblo, van cambiando la ganadería de sitio y asegurando el cercado con el pastor eléctrico. "Pretendemos hacer una limpieza de todo el término y para ello hay que ir a colocar el pastor y estar un poco pendientes porque a veces se salta alguna vaca. Hay que ir a verlas todos los días, aunque ahora con la limitación de movimientos es un poco más complicado" explica el alcalde.

Otra cuestión son las "trabas" con las que se tropieza, sobre todo por la legislación medioambiental. "Creo que siguen una política contraria a lo que es mantener el campo como lo hicieron nuestros antepasados. No es normal que intentemos limpiar zonas de pradera para que vuelva a estar allí el ganado y todo sean problemas". La declaración de espacios protegidos, en este caso como Zona de Especial Protección para las Aves (ZEPA) limita usos que nos son comprensibles para los gestores municipales.