El descenso de las ventas de vino provocado por el cese de actividad de la restauración y de la hostelería ha generado una honda preocupación, no solo entre las bodegas de Toro sino también entre los viticultores que, ante una campaña de recolección que en principio se presenta "muy buena" en producción, temen que las industrias tengan que reducir la compra de uvas por las botellas sin salida que acumularán en sus lagares. Aunque por las circunstancias excepcionales motivadas por el coronavirus, tanto el Ministerio de Agricultura como los Gobiernos regionales estudian medidas para reducir el impacto económico en la vitivinicultura, algunas bodegas de Toro ya están estudiando fórmulas para recortar los costes de producción y barajan la posibilidad de no realizar labores en el campo, como la poda en verde de un viñedo que, en la actualidad, está en plena brotación.

La preocupación de las bodegas la comparten viticultores de la zona como el moralino Pablo Domínguez, quien reconoció que habrá que esperar a conocer cómo evoluciona la pandemia y, sobre todo, si las bodegas logran recuperarse del impacto económico generado por la caída de ventas para poder planificar una campaña de recogida de uvas que, en Toro ,se presenta "muy buena" por las lluvias registradas en las últimas semanas y que han propiciado que las viñas "tengan agua suficiente" para poder completar el ciclo biológico. Destacó Domínguez que si las bodegas no logran cerrar operaciones de venta en el exterior ni se reactiva el consumo en la hostelería, la próxima vendimia será "complicada", ya que algunas industrias tendrán que sopesar si pueden comprar uvas.

En este sentido, precisó que, al igual que otros sectores, el vitivinícola funciona como "una cadena", por lo que si las bodegas no venden vino por un repunte de la demanda o una mayor exportación, parte de las uvas recolectadas tendrán una difícil salida.