Esto no era lo previsto. Ninguno de nosotros había planeado vivir esta Semana Santa confinados en nuestros hogares, con las calles vacías y nuestras cofradías y hermandades en los templos.

En este tiempo de incertidumbre, de nostalgia y de recuerdo, las cofradías y hermandades de Zamora tienen que salir a la calle, poner la cruz guía camino de las necesidades de sus hermanas y hermanos y recorrer su itinerario en forma de acompañamiento a todos aquellos que están sufriendo por esta crisis sanitaria y a todos aquellos que padecerán en lo social y en lo económico las consecuencias de esta.

En estos días hemos visto cómo la solidaridad ha estado en la agenda de las juntas directivas y de los cofrades que, unidos -ya sea como grupos de cargadores, coros o de forma individual- han aportado su granito de arena para intentar paliar esta pandemia y ser útiles a la sociedad en la que vivimos.

En los últimos años la mayor parte de las cofradías y hermandades de Zamora han abierto una puerta, antes quizás sólo entreabierta, hacia la atención social. Han transcurrido ya varios años desde que Pepe Hernández, antiguo jefe de paso del grupo "La Caída", presentase ante la asamblea de Jesús Nazareno un proyecto para la creación de una obra social ambiciosa, que fuera punto de apoyo para las hermanas y los hermanos en tiempos de crisis. Varios años después, Jesús Nazareno destina una importante cantidad de sus ingresos a las necesidades de sus cofrades, a los problemas de la ciudad. Del mismo modo podríamos hablar de Corazón de Madre, la obra social de la Real Cofradía de Nuestra Madre de las Angustias, Senda Verde, el proyecto social de la Hermandad de las Siete Palabras o Reciclaje Selectivo, el proyecto social de la Cofradía de la Virgen de la Saleta de San Torcuato que busca dar una segunda vida a los libros usados y que destina a Cáritas los beneficios conseguidos.

La asistencia social es esencia inherente al espíritu cofrade, forma parte del ADN de las propias hermandades, fueran fundadas en el siglo XVII, como "Jesús Nazareno", hace 50 años como "Las Siete Palabras" o entrado el siglo XXI como "La Saleta".

Ser cofrade en tiempo de crisis implica salir al encuentro de las necesidades de la sociedad y preparar el terreno para dar respuesta a los retos que previsiblemente tendremos que hacer frente en un futuro próximo. El presente evidencia la importancia de la vida en comunidad y los valores que afloran en ella, la necesidad de revalorizar lo común, los espacios de encuentro donde juntos somos más y dejar atrás el individualismo que venía imperando en los últimos años y que siempre acaba por dejar al más débil abandonado a su suerte. En este nuevo periodo necesitaremos como sociedad de la presencia de la fraternidad cofrade, bien sea desde el punto de vista social o desde el punto de vista económico. Esta crisis dejará en muchos huellas psicológicas que tendrán que ser atendidas desde el acompañamiento y la palabra (baste pensar en la terrible herida sin cerrar de quienes no han podido despedirse de sus familiares fallecidos), personas solas que necesitarán una mano cirinea, también hermanos y hermanas que habrán perdido todo menos la esperanza y buscarán un respaldo económico para reiniciar sus vidas.

Es cierto que el peso de esta reconstrucción tiene que caer sobre nuestras administraciones, que deben arbitrar mecanismos públicos para que nadie se queda atrás en la recuperación. No es menos cierto que las cofradías y hermandades, como agentes sociales de nuestra ciudad, son necesarias también en la segunda línea de atención, preparadas para dar una respuesta cercana, pensando dónde existe una necesidad sin cubrir para actuar de manera coordinada y eficaz.

Es tiempo de actuar, es tiempo de volver al significado etimológico de la palabra cofrade, la colaboración entre hermanos, es la hora para que, desde la unión, se creen los mecanismos de actuación social necesarios.

Hace unos días me indicaban que el Consejo Rector de la Junta Pro Semana de Zamora estaba ya trabajando en el día después, pensando en las necesidades que surgirán una vez que derrotemos al virus. El camino es la unión entre cofrades y la unión entre cofradías y juntas directivas, las que procesionan en Semana Santa o cofradías que lo hacen en otras fechas del año.

Entre todos, sumando esfuerzos, seremos hermanos en tiempo de crisis, al servicio de una ciudad -espacio común- formada por hombres y mujeres que, lejos de vivir encapsulados en sus intereses propios, se cuidan entre ellos y se procuran palabras de aliento y manos tendidas, desde la generosidad, la solidaridad y, también, desde la hermandad.