El tiempo, climatológico, venía siendo la mayor preocupación de los cofrades llegadas estas fechas. Los chubascos inoportunos, borrascas abrileñas que desmantelaban las previsiones de las hermandades y dejaban ilusiones, que ahora se revelan vanas, a las puertas de las iglesias. El tiempo, cronológico, que en Zamora nos ilusionaba detener en ese paréntesis semanasantero donde la ciudad recuperaba el aliento.

Este año, nadie presta atención al parte meteorológico; demasiado evidentes son los negros nubarrones que oscurecen el horizonte vital de tantas familias.Y quisiéramos tener, de verdad, ese poder sobre el reloj para atrasarlo y cambiar las cosas o adelantarlo hasta vislumbrar el cielo azul, el fin de la tiniebla.