"Aquí el culpable de todo lo que pasa, para empezar, es el virus. Los políticos podrán haberlo hecho mejor o peor, pero el culpable es el virus". El cirujano taurino Enrique Crespo Rubio se ha sumado a la legión de pacientes del coronavirus, aunque eso sí, en el grupo mayoritario, el compuesto por las personas que presentan síntomas leves y no requieren ingreso hospitalario, sino guardar la cuarentena en casa.

"Todavía no lo he superado, llevo siete días y los únicos síntomas que tengo son la ausencia de olfato y sabor. Empecé hace una semana por la noche, pero no le di importancia, ya que desconocía que eran síntomas del coronavirus y el lunes, después de operar precisamente a una paciente con coronavirus que se rompió la cadera , aproveché allí en la clínica, me hice las pruebas y salió positivo. Pero vamos, aquí sigo encerrado, enmascarado, totalmente aislado de mi familia, pero bien, sin mayores síntomas, gracias a Dios, a ver si pasa pronto todo esto", relata el cirujano zamorano desde su encierro domiciliario en Madrid.

Crespo trabaja en una famosa clínica madrileña, Ruber, donde fueron ingresados por el coronavirus personajes mediáticos como la vicepresidenta del Gobierno, Carmen Calvo o el exjuez Baltasar Garzón. Un centro, explica Crespo, en el que los sanitarios "nunca nos hemos sentido desamparados o con falta de medios. Yo soy traumatólogo estaba en consulta y bajaba a operar y en todo momento nos han proporcionado todos los medios posibles para evitar contagios. Y cuando esto cuando se fue disparando, a las enfermeras, anestesistas, intensivistas, les han proporcionado de todo. De hecho cuando fui a operar el lunes estaba que parecía de la Segunda Guerra Mundial, con casco, con gafas...Allí nos hemos sentido por lo menos protegidos. Otra cosa es lo que haya podido pasar en otros centros, porque lo desconozco y por tanto no puedo opinar".

El zamorano cuenta cómo fue el inicio de la enfermedad. "El viernes pasado estaba bebiendo precisamente una botella de vino de Toro y pensé, "no me sabe a nada", pero tampoco le di importancia. Pero el sábado igual, comiendo y cenando. No le di importancia porque no sabía yo que eran síntomas del coronavirus. Hasta que el lunes, después de operar tenía mala cara y aproveché que estaba en la clínica para hacerme una radiografía de tórax, no tenía neumonía ni tenía nada. Pero luego me hicieron las pruebas y salí positivo. Pero vamos, salí positivo como los cerca de dos millones que según dicen puede haber en España", más de un millar de ellos, con diagnóstico clínico pero sin hospitalizar, en la provincia de Zamora.

"Un internista me pasaba una estadística mundial, según la cual la cifra de todos los fallecidos representa el uno por ciento de todos los contagiados. Y si hay por ejemplo diez mil muertos por desgracia en España, multiplicado por cien como mínimo para calcular los contaminados que hay", aporta Crespo. "Y me pasaron los datos de un trabajo aleatorio que se hizo cuando empezó esto según el cual el 80% de los menores de 25 años sin síntomas son positivos. Ellos hicieron un trabajo, bien es verdad que pequeño, con pocas personas, pero el resultado fue el 80% de contagios, sin síntoma ninguno".

Y es que, dice el zamorano, "nadie estamos libres de contagio, por mucha protecciones que pongamos, porque esto es un virus y se propaga. Se está haciendo lo que se puede, pero independientemente de lo que pase el culpable es el virus, se haya gestionado bien, mal o peor, que cada uno tenemos nuestra opinión".

El caso de Enrique Crespo es uno de los muchos que se cura en casa. Además con síntomas bastante llevaderos : "Ni tengo cansancio, ni tengo tos, ni fiebre, me duele la cabeza como me duele siempre...los únicos síntomas han sido la pérdida de gusto y olfato. Y hay dos cosas que me sorprenden, que duermo más que nunca, porque yo duermo poco, cuatro o cinco horas, no más y ahora llego a las seis o siete horas descansando. Y tampoco he perdido el apetito, yo que hacía una comida al día, ahora hago dos", cuenta el reputado cirujano taurino.

El aislamiento lo lleva como puede. "Estoy aquí todo el día metido en el cuarto de la niña, con guantes y con mascarilla, todo el rato encerrado, como solo, me meto en el baño solo y bueno, con todas las precauciones posibles, pero lo llevo bien. Lo que más me molesta de esto no es estar aquí inoperante, porque soy muy activo, como una culebra o una lagartija, siempre haciendo cosas, es que hoy tenía que estar ya en Zamora dispuesto a vivir la Semana Santa

Y es que la Semana Santa "es de los días más importantes del año, junto con la Navidad y la Nochebuena. Por primera vez en mi vida no voy a pasar la Semana Santa en Zamora, pero bueno, qué le vamos a hacer, ya habrá todas semanas santas, porque lo que no podemos perder nunca es ni la confianza, ni la esperanza ni la fe, que para mi es lo más importante", relata el conocido semanasantero.

Eso si, tampoco se aburre: "Dedicaré estos días a escribir cosas, porque tengo trabajos pendientes por hacer, estaba preparando unos artículos para un libro y nada, viendo películas, programas de toros, cosas de Semana Santa y leyendo, porque tenía algunos libros sin leer. No lo estoy llevando mal, de verdad".

Y ¿cuándo acabará todo?, se aplanará la curva famosa que marcará el principio del fin de la epidemia con el cambio de tendencia. "Va a tardar el bajar, estos son los días con más fallecidos de toda la crisis. Pero bueno, lo que hay que hacer es atender a lo que nos dicen, resguardarnos y llevarlo lo mejor posible. ¿Que hay pesimismo? Por supuesto y va a haber más, claro, hasta que esto acabe, pero ya llegará junio o julio y veremos ya lo que hemos pasado, es lo que nos tiene que preocupar, el día después de todo esto".

Hasta entonces, concluye el doctor convalenciente de coronavirus, "hay que seguir así, ser optimista, yo lo soy de toda la vida, aunque es un momento muy malo. Y una cosa muy importante, yo confío mucho en Dios".