Iba a ser un curso de 1º de Bachillerato especial para ellos, pero lo ha sido no solo porque han tenido la oportunidad de estudiarlo en Estados Unidos, gracias a una beca de la Fundación Amancio Ortega, sino porque la crisis del coronavirus les ha obligado a regresar a casa antes de tiempo. Los zamoranos Ismael Alonso Marcos -del IES María de Molina- y Carla Vaquero Sanz -del colegio San Vicente de Paúl- son dos de los 600 estudiantes de toda España que tuvieron que ser fletados de Estados Unidos y Canadá en tiempo récord. "En principio el foco de la pandemia estaba en Europa y nos dijeron que estábamos más seguros en Estados Unidos, pero las cosas cambiaron y el lunes la fundación nos escribió para decirnos que el jueves volábamos de regreso a España", explica la benaventana.

Los aeropuertos de Toronto -para los estudiantes de Canadá- y de Dallas eran los puntos de encuentro para volar a Madrid. "En mi caso, mi madre de acogida nos llevó a mí y a una compañera también de Houston en coche hasta el aeropuerto", indica Carla. Ismael, que vivía en Wisconsin, tuvo que hacer un trayecto en coche a Milwaukee, donde cogió un avión hasta Dallas para un vuelo que le habían confirmado tan solo seis horas antes.

Sus últimos días en Estados Unidos fueron muy intensos, preparando maletas y despidiéndose de la familia y de los pocos amigos y compañeros de instituto que pudieron. "A muchos los tuve que llamar por teléfono, no me dio tiempo a más", señala Ismael.

Ambos valoran la gran labor que ha hecho la Fundación Amancio Ortega, puesto que en tres días -y en colaboración con los gobiernos de Estados Unidos y Canadá, además de los ministerios de Asuntos Exteriores e Interior de España- han sido capaces de organizar la vuelta de todos los estudiantes.

El mismo silencio instalado en el aeropuerto de Dallas les recibió ocho horas después en Barajas. Poco más que un puñado de trabajadores estaban por los pasillos y los autobuses ya les esperaban para regresar a sus casas. Los dos zamoranos cogieron el que hacía la ruta Madrid-Salamanca-Zamora-León y Oviedo. "Apenas viajábamos veinte personas", calcula Carla.

Sus padres les esperaban en la estación de autobuses de Zamora con un salvoconducto expedido por la fundación y el Gobierno para poder recoger a sus hijos. A Carla todavía le restaba una hora más de viaje para llegar a Benavente, pero Ismael, que reside en la capital, pudo abrazar un poco antes a su madre y su hermano.