La crisis del coronavirus está generando situaciones en las que la sociedad se debe imponer al individuo. Es tarea de todos salir de esta y cualquier granito de arena que se pueda aportar al bien común servirá para que todo termine cuanto antes y en las mejores condiciones posibles. Esa es la teoría que se ha impuesto en una empresa zamorana como es Cristalerías Lantarón, que ha abandonado la cuarentena social, mientras ha podido, para ayudar a las pequeñas empresas con su particular apoyo. Este taller ha hecho lo que está en su mano. Mamparas. Un elemento aparentemente sencillo, pero que puede marcar la diferencia entre contagiar o no contagiar. Entre saturar la sanidad pública o no saturarla. Entre vencer al virus antes o vencerlo más tarde.

Eduardo Abril es el responsable de Cristalerías Lantarón y durante estos días de alerta sanitaria ha trabajado a contrarreloj para fabricar todas las mamparas que desde las pequeñas empresas zamoranas le han pedido. "No tiene sentido que tengamos a una persona expendiendo presencialmente medicinas a un posible enfermo y no haya sistemas de protección entre ellos", razona el gerente de la empresa. Una premisa que ha derivado en la creación de un sistema sencillo, pero eficaz. "Hemos diseñado una mampara consistente en un armazón de madera y metacrilato que pone esa barrera entre el trabajador y el cliente, de manera que sea más difícil el contagio", explica desde las instalaciones de la empresa en Zamora.

Farmacias, panaderías o estancos de toda la provincia de Zamora han recibido desde Cristalerías Lantarón una de estas pequeñas mamparas para protegerse dentro de sus negocios. Pese a que la empresa había cerrado tras el decreto del estado de alarma, la contribución al bien social ha obligado a retomar la actividad durante los últimos días antes del cierre temporal que hoy entra en vigor. "Es una situación extraordinaria en la que tenemos que ayudarnos entre nosotros", indica Abril. "Cada uno tiene algo con lo que luchar y debemos ponernos manos a la obra entre todos para salir adelante", añade.

Por eso, en su taller, las manos siempre han estado en la masa durante las últimas jornadas para sacar adelante este pequeño ingenio salvavidas. Un muro de metacrilato que, paradójicamente, en lugar de dividir, lo que ha hecho es unir aún más a la sociedad en un tiempo donde es más necesario que nunca.