Desde el pasado 15 de marzo, la atonía de las calles de Zamora, desiertas donde no hay supermercados o centros de trabajo que siguen en activo, registran un nuevo paisaje. Es el de los dueños que sacan a sus mascotas en su necesario respiro diario. Fue una de las excepciones que puso el Gobierno en el estado de alarma, decretado para frenar la pandemia, un encierro cuyos resultados se esperan ya este fin de semana.

Pero hay quien ha convertido esta excepción en salvoconducto. El perro es esa carta blanca, como han detectado muchos vecinos. En la zona del centro de salud Santa Elena es recurrente, informan, ver a los propietarios con sus mascotas. Hasta aquí todo normal. La anomalía surge cuando en esos paseos, los dueños son siempre los mismos, que repiten el itinerario una y otra vez, saltándose el encierro.

Algunos ayuntamientos de pueblos españoles han comenzado a limitar el horario del paseo con mascotas para que no se convierta en patente de corso.