"La situación el confinamiento es nuestra vida y no nos cuesta. Nosotras tenemos un monasterio amplio, un trozo de huerta donde pasear, pero entiendo que para la gente que vive en un piso será complicado", testimonia la abadesa del convento del Corpus Christi, Mercedes González, que reconoce que en el monasterio existe "una sensación rara" porque, ejemplifica, si te asomas a una ventana "no ves a nadie por la calle y no tenemos eucaristías porque no vamos a dejar que los sacerdotes se expongan".

La rutina de esta comunidad ha variado en los últimos días. "Tenemos mucha oración", remarca la religiosa que ahonda en que " toda la ayuda humana es necesaria, pero Dios también está con nosotros y sufre con nosotros y multiplicamos los rezos y pedimos por todos por los sanitarios, los enfermos...". La clausura no es ajena a la pandemia, de la que están puntualmente informados a través de este diario y de la televisión, "un hermano de una religiosa ha fallecido por el coronavirus. También nos salpica pues somos de este mundo y tenemos familia", sostiene la abadesa que reconoce que la pandemia "es dura. Nos creíamos que éramos infalibles y luego un bicho puede con nosotros".

Su comportamiento con las pocas personas con las que establecen contacto ha cambiado radicalmente. "Todos los días el panadero nos trae pan y lo cogemos con guantes y luego las bolsas las tiramos por precaución. Todo cuidado es poco", indica la religiosa que está dispuesta a colaborar en la confección de mascarillas "siempre y cuando esté garantizada la seguridad".

El contacto con las personas de fuera de la clausura es muy escaso en la comunidad de las Claras. Su hermana superiora Ana Sor María Julia Valverde Luna atestigua que cuando reciben paquetes, pocos porque la actividad de la lavandería ha cesado al parar la hostelería, "lo dejan en la puerta y no tenemos ninguna relación" y el empleado que tienen "hemos decidido que no venga, por lo que estamos todavía más aisladas". La religiosa subraya que estos días la actividad conventual se centra en efectuar labores de limpieza que con el trajín diario no pueden y la oración por la tarde con el Santísimo expuesto pero a puerta cerrada, lo mismo que sucede en la comunidad del Tránsito.