En la actual situación de estado de alarma, todos los ciudadanos están expuestos. No es ya que cada uno responderá de sus actos ante las Fuerzas de Seguridad, sino que la conducta ajena afecta a la propia. "Quien sale a la calle, ignora que el siguiente infectado puede ser él", decía hace unos días el José Manuel de la Fuente, jefe de Salud Laboral en el Hospital. Eso a mayores.

Así que se ha activado también, de manera espontánea, la "policía ciudadana", que desde ventanas y balcones capta conductas prohibidas. Como la imagen que se muestra en esta noticia, en la que un vecino bebe tranquilamente cerveza en un espacio público. No es porque sea cerveza, es que las salidas sin un propósito concreto están prohibidas y, en este caso, el propósito justificado es inimaginable. Por duro que sea el confinamiento, lo es para todos.

O las reuniones improvisadas en parques y espacios públicos, aprovechando que la policía, la de verdad, no puede estar en todos los sitios a la vez. Pero su ausencia no significa en absoluto que la conducta sea tolerada. Y la "policía ciudadana" se está encargando de censurarlo en directo, con recriminaciones y abucheos, o directamente en las redes sociales.