A. A. ha salvado dos vidas en un mes. No es médico, ni tampoco superhéroe, aunque para dos familias siempre será una de esas personas a las que se les debe gratitud eterna. El hombre que aparece tras esas iniciales es un agente de la Policía Municipal de Zamora y ya guarda en su memoria dos momentos de gran tensión con final feliz. Uno tuvo lugar en enero, a la salida de una iglesia; el otro, en febrero, en plena calle. Dos desvanecimientos y dos intervenciones veloces para evitar un final dramático.

Los hechos sucedieron como cuenta el propio interesado, que acudió a los dos puntos críticos acompañado por un compañero distinto en cada ocasión. Hace apenas tres semanas, el pasado 20 de febrero, un hombre de nacionalidad francesa se desplomó repentinamente en plena avenida de Portugal. Los viandantes que pasaban por la zona se apresuraron a socorrer al afectado, una persona de avanzada edad que entró en parada cardiorrespiratoria y que tuvo la fortuna de contar con la ayuda inmediata de los dos agentes de la Policía Municipal que se encontraban cerca de la zona, y que estaban realizando un control de vehículos en la plaza de Alemania.

Instantes después de recibir el aviso, los agentes se desplazaron hacia el lugar donde se había desplomado el ciudadano y procedieron a practicarle la reanimación cardiopulmonar antes de que los servicios de emergencias llegaran al lugar de los hechos. Una vez allí, los facultativos recogieron el testigo de la Policía Municipal y trasladaron al paciente al Complejo Asistencial de Zamora.

Unas semanas antes, en enero, A. A. se encontraba patrullando la ciudad junto a su compañero L. V. cuando ambos recibieron un aviso sobre el desvanecimiento de un hombre a la salida de una iglesia. "Un minuto o minuto y medio más tarde", los dos policías municipales llegaron al lugar de los hechos, donde otra persona ya había iniciado el protocolo. Ellos tomaron el relevo y se alternaron hasta la llegada de los médicos.

En ambos casos, los afectados sufrieron un accidente cardiovascular. Los dos vivieron para contarlo gracias a la veloz intervención de los agentes: "Estaba de pasar, pasó y nos tocó actuar porque hay que solventar la situación", explica sin darse mayor importancia el agente, en compañía de L. V. El compañero con el que intervino en el segundo caso no pudo acudir a la entrevista.

Los agentes prefieren ocultar su nombre completo y posar para la foto de espaldas para reivindicar el peso del colectivo sobre las individualidades. "Lo podría haber hecho cualquiera de nosotros", afirman. La realidad es que la Policía Municipal ofrece, cada año, cursos de primeros auxilios para sus trabajadores, que también se forman en el manejo de desfibriladores semiautomáticos en cursos bianuales.

Formación básica

Del mismo modo, en su periodo previo de aprendizaje en la academia de Ávila, los agentes cursan una asignatura de primeros auxilios en la que aprenden a realizar pequeñas intervenciones: "Desde la escuela o el instituto sería necesaria una formación básica", opinan los dos policías zamoranos, que reconocen que sus conocimientos sobre el tema están limitados a estos cursos, pero que advierten que, ya en esta breve formación, toman conciencia de que, en según qué casos, "el tiempo de reacción es imprescindible".

Así ocurrió en estas dos ocasiones. En la primera de ellas, las buenas noticias posteriores llegaron a través de una carta. La misiva se entregó a la jefatura de la Policía Municipal y contenía una nota de agradecimiento del Sacyl hacia los agentes por su rápida intervención. Esa ayuda permitió que el paciente sobreviviera a un momento crítico.

La segunda, más personal, se produjo a través de la familia del afectado. Una sobrina se puso en contacto con A. A. para agradecerle una ayuda que resultó indispensable. El hombre fue trasladado a Salamanca y estuvo varios días ingresado, "pero la semana pasada le dieron el alta y ya está en casa". Sin la acción de los agentes, no habría sido posible.