La polémica subida de diez céntimos en el billete sencillo del autobús urbano ha puesto a este servicio municipal en la picota. Un transporte de viajeros claramente deficitario que se nutre, principalmente, de la subvención otorgada por el Ayuntamiento de Zamora, que cubre tres cuartas partes de lo que cuesta el servicio. Ninguna de todas las líneas que cruzan la ciudad es rentable, aunque las diferencias son notables entre ellas. Así, los servicios que transitan entre San José Obrero y Los Bloques (hospitales) o los que conectan los barrios de la margen izquierda con el centro, están próximos a ser sostenibles. Por el contrario, las conexiones de Vista Alegre y Carrascal se encuentran muy lejos de poder mantenerse solo por sus viajeros. Una radiografía de la movilidad que pone de manifiesto que, ni subiendo el billete, el autobús urbano puede sostenerse por sí mismo.

Las líneas 1 y 4 del autobús urbano acumulan, entre ambas, casi 600.000 viajeros cada año. No está nada mal, teniendo en cuenta que el registro global indica que el transporte urbano de la capital supera por muy poco el millón de viajes por ejercicio. Estas líneas conectan dos de los barrios más populosos de la ciudad, como son el de San José Obrero y el de Los Bloques. Pero su servicio más importante, fruto del éxito en movilidad, es el de la conexión con los institutos y los hospitales. Los datos no pueden ser mejores en comparación con el resto de líneas, pero ni tan siquiera con todas las estadísticas a favor logra ser un servicio sostenible. Al contrario, los usuarios deberían pagar algo más de un euro por viaje para poder cubrir el coste del transporte. ¿Por qué? La respuesta está en los abonos.

Según el registro del Ayuntamiento de Zamora, tan solo el 25% del total de viajes anuales que realizan los autobuses urbanos se corresponden con billetes sencillos. El otro 75% son abonos que están sujetos a diferentes modalidades de descuento: desde los más beneficiosos para la tercera edad hasta los más moderados de la tarifa "normal". Pero, siempre, más baratos que el euro que se paga por billete desde hace tres días. Actualmente, el coste del transporte urbano asciende a 1,9 millones de euros al año, pero la recaudación por taquillaje apenas alcanza los 600.000 euros.

Por esta razón, todas y cada una de las líneas tienen déficit, si bien hay diferencias sustanciales en función del número de usuarios. A las líneas 1 y 4 que unen San José Obrero con Los Bloques habría que añadir la línea 2, que conecta la margen izquierda con el centro de la capital, para tener la terna de recorridos que más se utilizan y, por ende, gozan de una mayor sostenibilidad. Si los usuarios pagaran el coste real del servicio, estos viajeros tendrían que desembolsar por cada trayecto entre 1,16 y 1,94 euros. Algo menos rentable es el servicio que une toda la periferia, la línea 3, con paradas en Siglo XXI, Alviar, Espíritu Santo o Puerta Nueva, entre otros lugares. En este caso, el coste por viajero ascendería hasta los 2,86 euros teniendo en cuenta que su volumen anual de viajes es de poco más de cien mil.

La balanza, sin embargo, se invierte totalmente en lo tocante a las líneas 5, 7 y 8. Aquí se incluyen los servicios que discurren por los barrios de Vista Alegre, Villagodio, Carrascal y San Frontis, cuyo volumen conjunto de viajeros no llega a los 20.000 anuales. Según las cuentas municipales, el coste objetivo de cada uno de los billetes para estos trayectos debería ser de 8,63 euros. Casi nueve euros por un sencillo, al considerar la baja rentabilidad de la línea.

La subida del ticket de autobús urbano, por lo tanto, no solucionará los problemas de un servicio tan deficitario como necesario para los ciudadanos. Especialmente, para quienes viven más alejados del centro de la ciudad, principales usuarios del transporte público.