Educar a través del movimiento es la base del nuevo proyecto que lleva a cabo desde este curso el colegio Sagrado Corazón de Jesús de Zamora con sus alumnos de Educación Infantil. "Se trata de un trabajo de integración sensorial y motórica", resume uno de sus responsables, el profesor Óscar Torres, mientras dirige la clase de la mañana en el gimnasio del colegio junto a varias compañeras de Infantil.

El proyecto surge después de corroborar que los niños son cada vez más sedentarios y acentuando la importancia del acondicionamiento físico desde edades tempranas. "Nos dimos cuenta de que los alumnos cada vez ejecutan más lento, un cambio que se debe a la propia sociedad. Los niños apenas prestan atención a su alrededor, están concentrados en pantallas, ya sean de la televisión, el ordenador, la tablet o el móvil", enumera Torres, quien añade que además estas actividades las realizan "sentados o tumbados en el sofá, sin contacto visual con otras personas que en ese momento les están hablando". Acostumbrados a que sus padres les guíen para ir al a cocina a comer o les vistan ellos mismos, se evita la creación de ideaciones motores, lo que se convierte en un círculo vicioso, pue se incentiva su falta de movilidad y coordinación, que se refleja en el día a día.

"Hay metodologías que están trabajando desde hace décadas con lo sensorial, lo cognitivo y lo motórico, pero a menudo han obviado lo neurológico", advierte el profesor. Con este método educativo, a los niños se les insiste en unir lo motórico y lo cognitivo, "ya que durante las cinco horas que se pasan en una clase, solo se trabaja lo segundo", reconoce.

Triángulos, círculos, flechas, colores, sonidos, luces, paneles... todo el gimnasio del colegio, perfectamente adaptado, se convierte en un circuito con diferentes actividades que los niños ya ejecutan a la perfección.

Además, uno de los primeros resultados que se ve a través de este proyecto es cómo los pequeños ganan en disciplina. En orden y en silencio, los niños saben cómo se tienen que colocar -en filas de siete alumnos- repartidos por todo el gimnasio para iniciar la media hora de clase. "Parece que es poco tiempo, pero es muy intenso y sin dejar nada al azar", subraya Torres.

Saltos, carreras y obstáculos se superan con una coordinación creciente que se consigue a través de materiales totalmente seguros para los pequeños. "No son nada peligrosos, para que ellos se sientan sin miedo al realizar los ejercicios", argumenta el profesor sobre las capacidades de estos niños, de entre dos y cinco años, etapa donde tienen mayor plasticidad.

Los resultados de este proyecto están más que demostrados, una activación motórica a primera hora de la mañana que ya se ha comprobado eficiente, a otros niveles, tanto en deportivas de élite como en personas con alguna discapacidad. "Queremos que cuando lleguen al gimnasio abran todos los canales y y pongan los cinco sentidos en aprender", anima el profesor. Treinta minutos de trabajo donde perfeccionan desde el gateo hasta la carrera, la visualización binocular o el control de la lateralidad y las huellas motrices para que aprendan tanto a correr como a caerse. Todo un aprendizaje más que útil para su día a día.