Preocupado por la deriva a la que parece estar avocada Zamora si no se ponen manos a la obra las administraciones públicas, el delegado director de Cáritas Diocesana de Zamora, Antonio Jesús Martín de Lera, analiza la situación de los excluidos de la provincia, a los que le tiende la mano esta entidad, y aboga por una apuesta firme por el empleo, un área en la que Cáritas lleva trabajando desde hace unos años con el fin último de fijar población y frenar la sangría demográfica.

-Un reciente estudio sitúa a Zamora como la segunda provincia de Castilla y León con mayor tasa de pobreza infantil, ¿cómo se vive esto desde Cáritas?

-No conozco ese informe en profundidad, pero tengo la sensación de que es un pelín alarmista. Todos estos datos dependen de con qué se comparen y creo que el problema ahora mismo en Zamora no es tanto la infancia como la otra parte de la pirámide poblacional. Lamentablemente, la población infantil es muy escasa en Zamora y la prueba más evidente que tenemos de ello es que se cierran unidades escolares mientras que se necesitan más plazas de residencia para mayores. Eso da el índice de qué tipo de sociedad tenemos en esta tierra. Sí es verdad que el informe Foessa presenta como un riesgo lo que puede ser la pobreza infantil y habla de ella en el sentido de que estamos en unos momentos sociales que, al haber poca población infantil, puede caer en que haya una desprotección. Pero no es pobreza en el sentido de que los niños en Zamora se estén muriendo de hambre. De hecho, existe una red centinela en la Junta de Castilla y León que trata este tema concreto y en todos los años que lleva funcionando solo se ha encontrado con un caso de extrema necesidad con un menor.

-¿Cuáles son las necesidades de la población infantil?

-Por ejemplo, Cáritas en Fermoselle, con la Fundación Conchita Regojo, ha puesto en marcha hace unos años un Centro de Ayuda al Menor ya que en este pueblo, como entidad pequeña y aislada, lejos de todos los sitios, los chicos tienen pobrezas de actividades culturales, de ocio y tiempo libre. No hay cine ni teatro y nuestro centro allí, fundamentalmente, trabaja con actividades para ayudar en ese sentido.

-Hay que fijarse, por tanto, más en los otros sectores de la población.

-El problema mayor que tenemos en estos momentos está en los mayores y en la mediana edad. Cáritas hizo un estudio para demostrar la transmisión intergeneracional de la pobreza, donde se constata que se ha atendido a los abuelos, se atiende a los padres y atenderemos a los hijos. Romper ese círculo de la pobreza es necesario para invertir en recursos que faciliten la sanidad y la educación y evitar ese tipo situación, porque si no, al final, los descendientes de las personas que hace 40 años estaban en una situación de exclusión y pobreza lo heredan también.

-¿Es complicado salir de ese laberinto?

-Al final hay que invertir recursos y evitar, por poner un ejemplo, los colegios gueto, donde van minorías étnicas o de emigrantes. Hay que romper con ese tipo de situaciones y para eso se necesita inversión económica, social en educación, en cuestiones sanitarias y de integración, porque si no es muy difícil romper ese círculo.

-¿Será posible llegar a más sitios con la subida de la recaudación por el IRPF, que se ha batido récords?

-La recaudación del IRPF a Cáritas nos beneficia por las dos vías, la equis que se pone para la Iglesia Católica y la de otros fines sociales. Es verdad que ambas recaudaciones han subido, pero creo que está por ver la repercusión que a nivel de comunidad autónoma tiene, porque el apartado de fines sociales se transfirió a las comunidades hace tres años. A esos niveles no están claros los criterios de reparto y algunas comunidades optan por que se quede en el territorio donde se ha recaudado. En ese sentido, Castilla y León saldría muy perjudicada, porque somos una comunidad muy despoblada. En estos momentos estamos recibiendo más de lo que se recauda, pero creo que tiene que haber una solidaridad interterritorial y los políticos deben entenderlo.

-¿Reconforma que crezca el número de personas que marcan esa opción en su declaración de la renta?

-Sí, porque en definitiva la gente valora lo que Cáritas hace, que es la única entidad que defiende esa doble equis. No perjudica a nadie y resulta en beneficio y ayuda de las personas necesitadas.

-¿Con qué otros fondos se cuenta en la entidad?

-Aparte del IRPF, las subvenciones más importantes son una nominativa directa de la Junta de Castilla y León para algunos centros y programas y después de Diputación y los ayuntamientos de Zamora y Benavente, además de una pequeña subvención de la mancomunidad de Aliste. Eso desde las administraciones públicas, pero de privadas recibimos subvenciones vía Cáritas Española de diferentes empresas. Por último, una gran fuente de financiación para Cáritas hoy por hoy siguen siendo los donativos privados, las colectas mensuales en las parroquias y después, gracias a dios cada vez más, está el tema de legados y herencias, con gente que quiere, después de su partida de este mundo, seguir contribuyendo para ayudar a los pobres. Esta ayuda puede incluso estar vinculada, es decir, decidir a qué se va a destinar.

-Cáritas se vio desbordada en aquel 2012 con la crisis económica. ¿Cómo se ha avanzado desde entonces?

-Desde aquellos años fuertes de la crisis la situación ha mejorado a nivel general. Bien es verdad que en Zamora lo notamos poco, porque nos falta tejido que cree empleo, porque sin trabajo la gente se va. Seguimos viendo la triste realidad de "se cierra", "se traspasa", "se vende" o "se alquila" cuando te das un paseo y empresas que cierran. Si esa situación se mantiene la situación será difícil. Además, en Zamora el repunte del empleo es muy pequeño y a veces estacional, con crecimiento en verano o Semana Santa, pero muy precario, lo que no permite un asentamiento y una estabilidad. El mayor cambio que vemos es que está habiendo un aumento importante y cada vez más en inmigración. De forma muy silenciosa llegan venezolanos, colombianos, hondureños o salvadoreños, principalmente. Vienen de forma muy callada y a veces es gente que queda fuera del sistema oficial de asilo y refugio, tras agotar la cobertura más o menos de un año y medio. Luego se quedan en tierra de nadie y sin ayudas. Es un aumento que se va notando cada vez más. Zamora es un sitio pequeño, pero eso también ayuda a que sea más fácil, por ejemplo, que te den una primera cita con la policía para poder arreglar los papeles que en Madrid.

-Durante la crisis aparecieron los usuarios denominados "pobres con corbata". ¿En qué situación se encuentran en la actualidad?

-Se siguen manteniendo, porque continúa un sector de personas de entre 50 y 65 años que en la época de la crisis quedó fuera del mercado laboral y ahí sigue. Están sobreviviendo con prestaciones mínimas o ayudas familiares, pero van a tener muy difícil el insertarse en el mercado laboral. Estas personas por la calle no parecen pobres, pero son gente en una situación precaria. Se denomina precarización laboral, porque tienen trabajo, pero no llegan a fin de mes. No hay que ser matemático para entender que trabajar a media jornada o por horas y ganar 400 euros no ayuda a una familia a llegar a fin de mes. Esa es la realidad y el entramado social que tenemos en Zamora, muy preocupante.

-La actual situación económica mundial tampoco ayuda.

-Cuando se habla de recesión económica o con el tema del coronavirus, que afecta a parte de la economía mundial, luego va a repercutir en todos los sectores. En Zamora podemos sufrir mucho en este sentido, porque nuestro tejido industrial es muy débil. Por otra parte, si por ejemplo en Italia el turismo se resiente, el de Zamora, que llega como llega y vinculado a otras provincias, si se resiente también, los sectores que viven de él lo van a notar mucho.

-¿Se sigue apostando por la inserción laboral desde Cáritas?

-Es una de nuestras apuestas fuertes, porque entendemos que todo el tema formativo para lograr una inserción laboral es clave. Hoy en día para cualquier trabajo tienes que tener formación y además te van a exigir una preparación mínima en habilidades sociales y en cuestiones digitales, hasta para presentar un currículo. Cosas tan sencillas necesitan una formación, desde cómo hacer una entrevista de trabajo o cómo presentarse. Después, evidentemente, está la capacitación profesional para los empleos y en aquellos que sean posible.

-¿En qué líneas se está trabajando?

-En Cáritas buscamos qué formación es posible para poderse insertar en Zamora. Un curso de ingeniero aeronáutico no es viable, así que hay que buscar esos nichos de trabajo que sí lo son, como hostelería, camarera de piso, cocina o atención sociosanitaria, tanto en domicilio como en instituciones sociales. Es decir, aquellas profesiones que, hoy por hoy, pueden encontrar trabajo en Zamora. Por eso Cáritas está invirtiendo en curso de cocina, limpieza, atención a las personas o monitor y tiempo libre para trabajar con infancia. La apuesta es importante y queremos ajustarnos a aquellas demandas que la sociedad nos hace en este sentido.

-Otro problema del que no se libra tampoco Zamora es el de la despoblación. ¿Cómo se vive desde Cáritas?

-Aparte de delegado de Cáritas soy párroco en la parroquia de Nuestra Señora de Lourdes y en el año que hemos acabado he oficiado 106 funerales. Las estadísticas también ofrecen que Zamora pierde población de forma sistemática. Entiendo que es un problema que tiene que ser claramente de apuesta política para que la gente se quede en el territorio y que venga a él. Para ello, hoy necesitamos servicios sanitarios, educativos, sociales y una apuesta por favorecer y facilitar el empleo. No puede ser que alguien que quiera poner una empresa en Sayago y Aliste tenga mil trabas. Hay que favorecer y que las administraciones sean ágiles, no pongan pegas y que, salvo que alguien pretenda una ilegalidad manifiesta, apoye, motive y anime para que pueda haber emprendedores. Pero para ello tiene que haber una apuesta por la tecnología, para que llegue Internet, por la sanidad y la educación porque si no, vamos mal. Quien tiene aquí la responsabilidad mayor son las administraciones, desde la central hasta la autonómica y las locales, son los que pueden favorecer.

-¿Es algo posible?

-Soria, una provincia similar a Zamora, ha ido perdiendo población hasta ahora, pero con unas determinadas estrategias este año no ha perdido población e incluso ha aumentado un poco, o sea que la tendencia se revierte. Y todo ha sido posible porque ha habido una alianza estratégica del sector público, privado y entidades sociales para trabajar todos juntos. En Zamora estamos en el momento de mirar esto y desde las distintas realidades arrimar el hombro para atajar la sangría demográfica o no va a haber remedio.

-¿Cáritas predica con el ejemplo?

-A nosotros, por ejemplo, nos llegan emigrantes y hemos logrado que se inserten en el mundo rural, pero tienes que garantizarles una educación, sanidad, vivienda y trabajo. Por otro lado, una apuesta fuerte de Cáritas está no solo la formación sino el empuje en el mundo rural con las residencias de mayores, que no son solo para dar una respuesta a los mayores en su entorno, sino que también generan empleo para la gente de la zona, que de otra manera se habría tenido que marchar.

-¿Cuándo se inaugura el centro de la Casa Betania?

-Esperamos que en estos días nos otorguen la licencia de ocupación y que cuando pasen las procesiones de Semana Santa delante de la iglesia de la Magdalena las personas sin hogar las puedan ver desde allí. Tendrá una capacidad para 34 personas y confiamos en que supla las deficiencias que sufría el centro Madre Bonifacia.

-¿Ha habido algún usuario que se haya quejado por la nueva política de aportar una cantidad por este servicio de acogida?

-Han recibido bien esta medida, la gente lo ha entendido porque se le razona. Si cobran una renta o pensión y tienen unos ingresos, es lógico que aporten algo. Además, son cantidades pequeña y, de hecho, en Cáritas no hay unos criterios comunes para todo el mundo, sino que cada caso es individualizado y se estudia. Es un sentido educativo y de justicia social, porque con esas aportaciones se puede ayudar a otras personas.

-El Gobierno anunció recientemente que iba a cobrar el IBI a la Iglesia. ¿Podría afectar esta medida negativamente a Cáritas, como en su día advirtió Rouco Varela?

-Hay que evitar la demagogia por ambas partes. Cuando se habla de que la Iglesia tiene que pagar el IBI o que las entidades sociales como Cáritas tienen que hacerlo, hay que distinguir situaciones, porque no tenemos ningún privilegio especial y estamos sometidos al mismo régimen de fundaciones que sindicatos, partidos políticos u ONG. Hay que aclarar que lo que dice la normativa es que lo que está exento de IBI es aquello vinculado al culto, la atención pastoral o asistencial, como es el caso de Cáritas u otras ONG. De otras actividades no estamos exentos ni del IBI ni de otro tipo de impuestos y si, por ejemplo, Cáritas recibe en herencia un piso y lo pone en alquiler, tiene que pagar el IBI por esa vivienda, ya que en el momento en el que hay un ánimo de lucro estamos sujetos como todos, y dispuestos, a pagar el IBI, porque así debe de ser. A veces es bueno evitar por parte de determinados ámbitos sociales o de la propia Iglesia determinadas manifestaciones que dan la impresión de que hay privilegios, cuando no es así.