"Destrucción masiva" recoge la verdad sobre el asesinato de los ocho agentes del CNI en la guerra de Irak, una historia que ha perseguido al periodista Fernando Rueda durante años y que presentó ayer en Zamora, dentro del Club LA OPINIÓN-EL CORREO DE ZAMORA.

-¿Cómo llega esta historia a sus manos y decide convertirla en libro?

-Viví como subdirector de Tiempo hace 17 años el drama del asesinato de los ocho agentes del CNI y me quedé absolutamente convulso, alguien como yo, que llevaba ya muchos años escribiendo sobre las actividades del servicio secreto. Empecé a investigar qué había pasado y estuve escribiendo durante mucho tiempo, porque notaba que había ocho sombras que me perseguían, intentando dar una explicación. En el décimo aniversario me recorrí media España hablando con familiares y amigos para hacer un perfil humano, pero al final no encontré el ángulo para escribir un libro. A los quince años del suceso, mi editora, Blanca Rosa Roca, me comentó que con esa historia tenía una novela así que escribí una ficción basada en hechos reales. Así surgió la historia con un final absolutamente inventado.

-¿Por qué decidió ese giro final?

-Me parecía que el final real era una porquería y no creía que una historia de ocho héroes que se juegan la vida y lo dan todo se lo merecieran.

-¿Qué supuso la guerra de Irak para España?

-Tras el 11-S, Estados Unidos invade Afganistán y todo el mundo está de acuerdo, no así cuando continúa con Irak. Aznar, viendo que Bush quería contar con apoyos, se acerca a él y a Blair con la pretensión, como él mismo dijo, de situar a España donde no había estado en los últimos 120 años. Cuando Bush justifica su ataque en las armas de destrucción masiva, Aznar, a pesar de que tiene informes de los agentes del CNI Martínez y Bernal, que llevan varios años en Irak, diciendo lo contrario, se lanza porque para él lo más importante es apoyar a Bush y que España adquiera un papel importante.

-¿Cómo valora la actitud de Aznar tras desenmascararse la verdad?

-El problema está en la posverdad, algo que se ha puesto de moda con Donald Trump. Esta trata de utilizar los medios de comunicación para difundir mentiras y que aparezcan como verdades. Y esto ya ocurrió en 2003 y fue tremendo, porque tanto Bush como Blair y Aznar quedaron como que no habían dicho la verdad. Los dos primeros pidieron perdón años después, pero Aznar nunca lo ha pedido y creo que es uno de los elementos que le afectó mucho en su credibilidad.

-¿En qué se parece la labor del CNI a lo que se refleja en las películas?

-La verdad es que no hay ficción sobre el CNI y en España mucha gente los compara con Mortadelo y Filemón, pero nada más alejado de la realidad. Es un centro muy bueno tecnológicamente y en la lucha contra la ciberdelincuencia o el terrorismo yihadista. En mi libro queda evidenciado que teníamos agentes de campo que eran auténticos James Bond. Pero a ellos les encanta que todas estas cosas, aunque creo que es de justicia que se conozca de estas personas que entregaron su vida.

-Como periodista, ¿es un reto encontrar información en esos ámbitos?

-Llevo haciendo periodismo de investigación toda mi vida. En 1993 publiqué "La casa", el primer libro que se hizo en España sobre el servicio secreto. Es un mundo que me apasiona. Así como el periodista quiere enterarse de cosas para contárselas a la gente, los agentes quieren enterarse para informar al Gobierno. Somos dos profesiones absolutamente enfrentadas, pero también es verdad que a ellos les molestan estas publicaciones porque prefieren que no se hable nada. Pero el deber del periodista es cubrir las necesidades que tiene la opinión pública, que es el derecho a recibir información de todo aquello que les afecte y el CNI no está por encima de eso.

-¿Qué relación suele tener el servicio secreto con el Gobierno?

-Todos los gobiernos actúan con el CNI de la misma forma: quieren información y, en algunos casos, determinados trabajos que van más allá de su misión. Por un lado, son respetuosos con su trabajo, pero al mismo tiempo intentan que les ayuden en cosas que no deberían.

-¿Se puede llegar a hacer amigos en el CNI?

-Sí, pero normalmente solo llegas a tenerlos cuando esas personas salen del servicio, mientras tanto, es una relación complicada. Yo tengo buenos amigos, pero mis relaciones con las cúpulas no han sido fáciles. Eso sí, una gran parte de los agentes respetan y apoyan mi trabajo, lo que es de agradecer.