Tras resistir los peores envites de la crisis, la Fundación Rei Afonso Henriques continúa apostando por la cooperación transfronteriza y por servir como nexo entre los territorios del norte de Portugal y del oeste de Castilla y León. Desde Zamora, su secretario general, José Luis González Prada (1968), lleva años esforzándose en reivindicar la importancia de una entidad que cobra protagonismo en la etapa previa al nuevo marco financiero comunitario 2021-2027.

-En 2015 se llegó a hablar de una posible desaparición de la FRAH. Tras unos años de incertidumbre, ¿ha pasado ya el momento crítico?

-Es indudable que esta fundación y muchas otras instituciones sufrimos con dureza los efectos de la crisis económica. En nuestro caso, eso significó la reducción de aportaciones por parte de determinados patronos. Me permito recordar que, en el patronato de la fundación, estaba Caja España, que desapareció. Por otro lado, algunas administraciones redujeron sustancialmente sus aportaciones, y todo ello colocó a la entidad en una situación de riesgo financiero. Podemos decir que esa situación ya ha pasado. Hemos sido capaces de mantenernos. Es verdad que a costa de importantes sacrificios económicos, incluida la reducción del personal, pero podríamos decir que estamos en un momento de reinicio de actividades, de consolidación de lo que siempre ha sido la fundación y, en este sentido, nos podemos colocar en una posición optimista de cara al futuro, también en esa lógica del nuevo periodo de fondos europeos en el que estamos intentando participar.

-¿Hacia dónde se dirige la fundación tras los cambios que ha tenido que afrontar en los últimos años?

-La fundación se inicia con una finalidad transregional. Lo que ha ocurrido es que, quienes han mantenido su apoyo, son las entidades más locales. Podríamos decir Ayuntamiento de Zamora, Camara Municipal de Braganza y fundamentalmente la Diputación de Zamora. Eso ha hecho que nuestro nivel de actividad, nuestra concentración de esfuerzos, se haya centrado mucho en lo transfronterizo. Ahí está el núcleo de nuestra actividad presente y probablemente futura. Eso no quiere decir que no podamos actuar a un nivel global, pero para eso la Junta y las administraciones regionales portuguesas tendrán que decidir que así sea. Lo que creo es que, independientemente de que se decida utilizar la fundación a ese nivel transregional, es indudable su utilidad para las instituciones locales más cercanas a la frontera. A partir de ahí, intentaremos continuar con unas líneas de actividades que creemos que son de lo más útiles, como es el ser un punto de información europea. De manera que ese convenio que mantenemos con la representación de la Comisión Europea en España este año se ha renovado, y eso nos va a permitir participar en procesos decisorios.

-¿Dan por perdida a la Junta en este proceso?

-No, en absoluto. Lo que no es menos cierto es que hay un nuevo Gobierno regional, conformado por un acuerdo político entre dos partidos que tendrán que decidir su nivel de implicación y las áreas en las que quieran colaborar en las actividades de la fundación. En la última reunión del patronato hubo ya una representación de la Junta, y estamos a la espera de que se resuelva ese asunto, pero yo estoy seguro que, de una forma o de la otra, seguirán apoyando y participando en las actividades de la fundación, como no han dejado de hacer nunca.

-Dicho de otro modo: ¿haría falta una implicación mayor por parte de la Junta y de la administración portuguesa equiparable para darle otra importancia a la cooperación transfronteriza?

-No sería tanto por una cuestión de necesidad de que esa relación se canalice a través de la fundación. Lo que sí creemos es que el nivel de cooperación territorial entre Castilla y León y Portugal tiene que seguir evolucionando. Para ello es importante mirar lo que hacen otras comunidades. Por ejemplo, Galicia y la región norte de Portugal, que tienen creada una agrupación europea de cooperación territorial, y yo pienso que son un ejemplo de hacia dónde tienen que ir las relaciones de Castilla y León con el país vecino. Creo que ahí hay un camino por recorrer. Tengo la percepción de que la Junta también está en esa lógica. Otra cosa es que ahora mismo estemos pendientes de la aclaración definitiva de hacia dónde irán esas relaciones.

-En el caso de las instituciones locales, e incluso de la propia sociedad zamorana ¿tiene la sensación de que se mira más hacia Portugal o cree que la relación sigue estancada?

-No, yo creo que esa relación ha evolucionado muchísimo. A nivel supramunicipal hay un magnífico momento de relaciones. También quiero apuntar que, desde el Ayuntamiento de Zamora, hay una vocación muy clara de refuerzo de las relaciones con esta región vecina, y en particular con la Cámara de Braganza, sin dejar fuera a otros municipios, como Miranda do Douro, Vimioso o Vinhais. Si el Ayuntamiento tiene esta vocación, qué decir de la Diputación, que tiene una estrategia muy clara en lo que tiene que ver con la presentación de candidaturas de cooperación transfronteriza. Es obvio que tenemos unos elementos que es urgente resolver, y nos toca hablar de la conversión en autovía de la N-122, que es algo que todos tenemos claro y que especialmente las administraciones más locales saben que esa conexión significaría un antes y un después para nuestras relaciones con Portugal.

-El propio presidente de la Cámara de Braganza se refirió con insistencia a esa infraestructura en su última visita y aludió a la necesidad de cooperar. Ahora que parece que las instituciones zamoranas se suman a esta idea, ¿piensa que se ha dejado atrás el trato paternalista que en ocasiones se le dio desde este lado de La Raya a la zona de Tras-os-Montes?

-Yo creo que eso ya está completamente superado, y tiene que ver con el conocimiento. Alguien podía pensar de Braganza o de Miranda do Douro que son sitios agradables para ir a comer un domingo o darte una vuelta, pero la verdad es que son lugares llenos de oportunidades, con un gran dinamismo económico y yo diría que también demográfico. Si alguien va ahora a Braganza y comprueba su comunidad universitaria, especialmente la extranjera, y cómo los Erasmus tienen un efecto social y económico, obviamente puede identificar las posibilidades de colaboración. Todo ha cambiado de forma radical, y esa visión ha dejado de ser paternalista para ser eminentemente colaborativa. Por ejemplo, como seguramente sabe todo el mundo, Zamora y Braganza son ciudades hermanadas, y ahora la convicción de las dos no es tanto que eso se quede en lo simbólico, sino que se convierta en algo absolutamente real, y que pueda trasladarse a proyectos europeos que signifiquen la llegada de fondos y que nos permitan mantener la vida en estas ciudades. Ahora mismo, todo el mundo ve lo que está pasando en los pueblos, pero esto es un efecto dominó que puede provocar que las ciudades pequeñas o de tamaño medio comiencen a desangrarse y se sitúen en riesgo de desaparición. Hoy nos parece una cosa muy lejana, pero veremos qué pasa de aquí a 50 años. Por eso, creo que las ciudades lo tienen muy claro, y la fundación está siendo testigo de esa realidad cada vez más equilibrada.

-De cara a ese marco financiero comunitario 2021-2027, ¿cómo se puede plasmar la relación entre Zamora y Tras-os-Montes para tratar de acceder a los fondos?

-A día de hoy, esa pregunta todavía no tiene respuesta. Y tenemos que conseguir que la tenga. Este territorio es un espacio común desde el punto de vista de las debilidades, pero sobre todo de las fortalezas. Por ejemplo, en este espacio compartimos una Reserva de la Biosfera, que gestiona Zasnet, y yo creo que lo que hace falta es que, de alguna manera, se generen espacios de reflexión en los que identificar las líneas maestras del desarrollo futuro de toda esta zona. Yo creo que, cada vez más, se habla de los productos agroalimentarios de calidad, pero no es menos cierto que este territorio necesita no solo competir en calidad, sino en cantidad. Ahí es donde yo creo que hay que generar espacios de reflexión conjunta y definir líneas maestras que luego se conviertan en proyectos. Ahora mismo del lado de Portugal se habla cada vez más del efecto de la interioridad. Portugal es un país eminentemente costero, donde se advierte que en la zona de interior, la zona fronteriza, están los mayores desequilibrios. Por eso, se están adoptando medidas concretas. Por ejemplo, en el ámbito fiscal, para luchar contra ese impacto negativo. Aquí, estamos hablando de la despoblación, y de medidas para luchar contra ella. Yo creo que es esencial que los gobiernos de España y Portugal se pongan de acuerdo en las actuaciones, porque el diagnóstico de los problemas es el mismo. Es muy importante que el congreso que tuvimos hace unos días sobre despoblación, promovido por vuestro medio, encaje también con las estrategias del Gobierno de Portugal, y que en el nuevo periodo de fondos estructurales se trate de abordar específicamente la realidad de frontera que tienen España y Portugal, que no es la misma que la de Francia y Alemania, por ejemplo.

-Con los cambios de criterio planteados por la Comisión Europea, ¿hay más posibilidades de que Zamora o toda la zona junto a Tras-os-Montes puedan obtener más fondos por criterios demográficos en este nuevo marco?

-Todavía no está resuelto cómo se va a repartir ese dinero. De lo que sí se está hablando es de que la cantidad de millones para el Feoga o para el Feder se van a reducir sustancialmente. Se habla de un 14 o un 15% menos. En todo caso, es muy importante que el dinero se reparta en función de la población para estos territorios, y para ello hay que introducir alguna otra variable a la hora de distribuir los fondos. Ahora, España dejará de ser de esos perceptores netos. Ya estamos dentro del club de los países ricos. Pero la realidad de España en su conjunto no es la que tenemos en esta frontera entre España y Portugal. Entonces, para estos territorios hay que introducir algunas otras variables. Bien. ¿Esto dónde se decide? Pues en el Parlamento Europeo y en la Comisión Europea, por lo que es fundamental que seamos capaces de trasladar a nuestros representantes esa necesidad específica de actuar en estos territorios. Hay que llegar a los europarlamentarios y lograr que los representantes de España y Portugal apoyen conjuntamente una determinada estrategia. Por otro lado, yo creo que es muy importante mantener el contacto con los comisarios europeos y hacer todo lo posible para que, en el nuevo periodo, se trate de actuar específicamente sobre esta realidad. Hay que ver por qué sector vamos a apostar, qué tipo de economía queremos. Aquí, la Diputación apuesta por ese modelo de la Silver Economy, que me parece muy acertado, igual que la valorización del sector agroalimentario, apostando cada vez más por su profesionalización. Eso implica ayudas específicas para las empresas. Eso es lo que las gentes, las empresas, los que vivimos aquí, tenemos que reflexionar para que, si esos fondos pueden llegar, sepamos para qué son. Y para eso ya estamos tarde. Es esencial preocuparse por la realidad de frontera. El futuro de este territorio pasa básicamente por la relación con el norte de Portugal, y se ve muy claro en el tema del turismo. Si alguien va a Oporto, nadie discute que hay un antes y un después de cinco o siete años para acá. Dependió mucho de un factor como fue la llegada de Ryanair, pero a partir de ahí´el norte de Portugal fue capaz de mantener la fidelidad y atraer a un montón de turistas. ¿Queremos que esos turistas vengan a Zamora? No basta con quererlo, hay que adoptar medidas, el sector se tiene que preparar y hace falta dinero. Por eso, como digo, vivimos un momento muy importante en el que la fundación quiere, y yo creo que puede, ser muy útil, y en ese sentido estamos trabajando.

-¿Vamos tarde, pero todavía no muy tarde?

-Todavía no muy tarde. También tenemos que decir que va tarde casi todo. Estamos hablando del nuevo periodo de fondos 2021-2027, pero el periodo anterior va con cierto retraso, y estamos ejecutando proyectos que tendrían que estar casi concluidos. Lo que es importante es que coloquemos en nuestra agenda que las relaciones de este territorio con Portugal son completamente esenciales, como lo son las infraestructuras, y ahí hablamos de la N-122, pero también de la IC5 hacia Miranda do Douro o de la conexión de Puebla de Sanabria con Braganza. Creo que, si fuésemos capaces de resolver todo eso, nos colocaríamos en una posición de competitividad y de nuevas oportunidades. Confío en que vamos en esa línea.

-¿Lo más difícil es poner de acuerdo a todo el mundo?

-Sí, y a veces superar unas visiones muy localistas. Pero como te digo eso está cambiando, y lo digo por la percepción de las entrevistas que tengo directamente con los responsables de un lado y del otro. En otros momentos, en la cabeza de los responsables estaban unas urgencias más locales, unas perspectivas más volcadas hacia dentro, y ahora hay más miradas hacia la colaboración y las perspectivas conjuntas.

-Braganza es un municipio que crece a contracorriente de la tendencia del resto del entorno. ¿Qué debería imitar Zamora de este caso particular?

-Yo creo que Braganza tuvo una apuesta muy decidida sobre el tipo de ciudad, y supo utilizar un concepto como el de ecociudad, que le llevó a conseguir financiación europea y fondos nacionales para que la ciudad se adaptara a esa perspectiva ecosostenible. Esa es una primera apuesta muy clara y muy decidida. ¿Qué ocurre? Que parece que ahora la nueva presidenta de la Comisión Europea sitúa entre sus prioridades el gran Pacto Verde Europeo. Pues ellos de alguna manera se anticiparon, y eso lo llevaron, por ejemplo, a la propia construcción de su edificio municipal, que es sostenible, que no consume, que no contamina... Esa fue una primera apuesta. También optaron por buscar empresas que se instalaran en su territorio, y lograron que una gran firma del sector de la automoción como es Faurecia haya hecho una primera gran instalación y sucesivas ampliaciones. Eso ha provocado que otras empresas auxiliares se hayan ido colocando alrededor creándose un mini "clúster" en un sector muy concreto. Braganza está en esa dinámica. Por tanto, las instituciones y las empresas han sido muy importantes, pero yo destacaría un tercer elemento, que sería la universidad.

-¿Cuál es el proyecto educativo que tienen en marcha?

-En Braganza hay un centro universitario con una cierta autonomía que es el Instituto Politécnico. Esta entidad ha hecho una apuesta muy decidida por captar alumnos de otros países. ¿Adónde se ha ido? A captar alumnos de antiguas colonias portuguesas, como pueden ser Angola o Guinea, y ha sumado una apuesta muy decidida por atraer alumnos de Brasil. Eso ha supuesto que la ciudad tenga un campus muy importante, que genera dinamismo. Y por otro lado, una participación del Instituto Politécnico en los proyectos de desarrollo local y regional. Se ha creado un vivero de empresas muy vinculado a la eco economía, y se ha abierto un proyecto como Brigantia Ecopark, donde hay actividades desde la construcción ecológica, el textil ecológico, las TIC... Todo eso ha generado un modelo de desarrollo de la ciudad que Zamora puede adaptar. Además, yo creo que es muy importante tener clara una política local y provincial de atracción de empresas, que no vienen porque sí. Suelo industrial hay en todos los sitios, buenas comunicaciones, en general también, pero eso no es suficiente. Hay que tener muy claro que hay que moverse en el nivel de las relaciones empresariales. Alguien va a tener que conocer a alguien para que esa empresa venga aquí. Por otro lado es importante la coordinación de esfuerzos de diferentes administraciones. Aquí tenemos una realidad, que es Zamora 10, en la que se está trabajando un poco en esa coordinación en base a proyectos. Terminaría con una gran asignatura pendiente: el papel de la Universidad de Salamanca en Zamora, que es clave, que es trascendental. Si no lo ha sido hasta el momento, yo pienso que deberá serlo en el futuro. En este sentido, la propia Universidad está reconociendo esa responsabilidad. Pero tiene que ser un agente de desarrollo local, canalizando investigación y atrayendo a jóvenes que vengan a crear conocimiento a la ciudad y a la provincia.

-¿Hay que apretar a la USAL desde las administraciones?

-Yo creo que no necesita que le aprieten. Necesita que le hablen con claridad y que se le reconozca como ese agente necesario para el triángulo virtuoso que yo creo que deberían formar instituciones, empresas y centros de investigación o de educación superior. Me permito dar una opinión personal: sería esencial que la USAL tuviera aquí una cabeza visible. Ahora tenemos diferentes directores de escuelas. Sería muy importante tener una figura.

-¿Un vicerrector de Zamora?

-Digamos un vicerrector de Zamora, lo que sea, el título me da igual. Alguien con quien se puedan canalizar las conversaciones. Tendría que haber un don o una doña con quien poder hablar de proyectos de desarrollo.