Moderno, atractivo, fidedigno con la historia del personaje y vivo. Sobre todo, vivo. El futuro Museo de Baltasar Lobo debe hacer justicia al escultor universal y a su vida de continuo peregrinaje que se explica a través del exilio al que se vio forzado tras el estallido de la Guerra Civil. Lejos de convertir el Ayuntamiento Viejo en un mausoleo de obras, lo que la capital tiene entre manos es un espacio de continua actividad que sirva para sacar a aquella generación de artistas españoles de la Escuela de París de la larga sombra bajo la que han permanecido por la figura imponente de Pablo Picasso. El Museo Lobo será Lobo, pero también será República, será mujer, será la España del siglo XX. En definitiva, será un viaje por todos aquellos nombres y acontecimientos contemporáneos de uno de los zamoranos en el olimpo de las artes.

El primer esfuerzo de esta ambiciosa iniciativa pasa por convertir un edificio del siglo XV en un espacio moderno, accesible y con capacidad suficiente para albergar la obra del maestro de Cerecinos de Campos. El anteproyecto, que tan solo es una hoja de ruta hasta la redacción del proyecto final, aboga por materializar una "intervención mínima y absolutamente respetuosa" con el estado actual de la construcción. Tal es el mimo que se plantea en la restauración, que tan solo está sobre la mesa la instalación de un ascensor y de un bloque de aseos adaptados como transgresiones de la estructura original que ha llegado hasta estos días. También, por necesidades normativas internacionales de conservación, se instalará un sistema de climatización y control de humedad. Y punto.

La gran pregunta es si el Ayuntamiento Viejo tiene espacio suficiente para reunir la obra de Baltasar Lobo y seguir siendo un lugar agradable para visitar. Y la respuesta del anteproyecto es: sí. Para conseguirlo, se propone utilizar los cuatro espacios disponibles dentro del coqueto edificio. En la planta baja se establece la recepción de los visitantes, las taquillas y la tienda. Además, hay sitio para una pequeña zona de proyección de vídeo y una de las dos salas de exposición. La mitad de esta planta, por último, albergaría la sala de exposiciones temporales, encargada de ofrecer un mayor dinamismo al Museo con la introducción de actividades y muestras de artistas coetáneos.

La planta superior tendrá la segunda de las salas de la exposición permanente. En uno de los espacios, además, habrá un lugar reservado para sala de proyecciones y absolutamente todo el recinto formará parte del discurso del Museo planteado por los expertos Enrique Bonet y Juan Manuel Bonet. Saliendo al exterior, en la terraza de esta planta, aparece el tercero de los espacios con obras que permanecerán siempre a la vista desde la calle. Una solución que permite aprovechar las posibilidades del edificio y dotar al Museo de Baltasar Lobo de una mayor presencia de cara al exterior en un lugar privilegiado como es la Plaza Mayor.

Por último, el anteproyecto quiere que el sótano deje de ser tal y se convierta en un lugar también visitable. Allí se instalaría el denominado "Laboratorio Lobo". El objetivo es que, a modo de cierre de la exposición permanente, se coloquen allí varias estanterías en las que esté expuesta una gran variedad de las obras del escultor universal -escayolas, piedras o bronces- y que sirvan para recrear los depósitos del Museo Provincial de Zamora, en el que actualmente se encuentra el legado. Una solución "sorprendente e impactante", según se desprende del anteproyecto, que cumpliría una doble función. Por una parte, ganar un recurso expositivo; por la otra, facilitar el traslado del legado a las dependencias del nuevo museo.

Con el espacio garantizado, el otro gran reto de este anteproyecto ha sido el de crear un discurso coherente en el que la vida y obra de Baltasar Lobo, siempre de la mano, estuvieran representadas de una manera fiel a la realidad. Para ello, los profesionales han optado por estructurar la historia del escultor en diferentes etapas significativas y el resultado es un relato que comienza con el niño prodigio becado por la Diputación Provincial de Zamora y concluye con la conexión entre Lobo y otro de los grandes zamoranos universales, como es León Felipe.

El hilo aborda, en primer lugar, el breve tránsito de Baltasar Lobo de la imaginería a la escultura. De inmediato, sin embargo, el recorrido se coloca en la Guerra Civil como episodio que marcaría para siempre la trayectoria y la vida del escultor. A partir de ahí, la propuesta da un salto hacia París y camina por los periodos de la ocupación alemana, la liberación y la relación de los artistas españoles de la Escuela de París que culmina con el viaje a Praga de 1946 con motivo de la exposición en la Galería Manes. Las Maternidades de Lobo tienen un capítulo aparte por ser consideradas uno de los grandes ciclos de la obra de Lobo y también se le presta atención a los Niños, con el reconocido "Balta" como protagonista.

En las postrimerías del recorrido, la propuesta quiere que el visitante se introduzca en el universo femenino con un capítulo dedicado íntegramente a la mujer, a quien dedicó decenas de obras en plena madurez de su actividad. También cobrarán protagonismo las mitologías antes del capítulo final, en el que los caminos de Baltasar Lobo y León Felipe se cruzan a través de "El hombre adámico". Y como cierre de excepción, el ya mencionado "Laboratorio de Lobo" que busca el impacto directo de la inmensidad del artista.

Pero si algo debe ser el santo y seña del futuro Museo de Baltasar Lobo, el elemento que lo diferencie de tantas y tantas propuestas ciertamente similares que puedan existir en otras ciudades, eso será la sala de exposiciones temporales y su programa. Una ambiciosa propuesta que pretende dinamizar el espacio hasta el punto de contar siempre con el factor añadido que le otorgue la vida que todo espacio museístico necesita para su supervivencia.

El documento sobre el que trabaja el Ayuntamiento de Zamora ha querido centrar esta actividad en todo lo que rodeó la vida laboral y humana de Lobo durante su periodo de máxima producción. Por eso, se introducen elementos como el "Ciclo lobiano", que consistiría en una serie de muestras específicamente centradas en aspectos de la vida y obra del escultor, o en su contexto; el "Ciclo sobre la escultura española del siglo XX"; o el "Ciclo sobre el París español". Tres piezas fundamentales, especialmente estas dos últimas, con las que el Museo podría convertirse en un referente nacional respecto de dos campos que han sido poco tocados de manera general.

La ambición, sin embargo, resulta aún mayor al hablar de la política nacional e internacional del nuevo Museo. A falta de concretar en un proyecto de recorridos, la aspiración del Ayuntamiento de Zamora es que Baltasar Lobo pueda protagonizar retrospectivas en espacios importantes de España y el extranjero. A la luz salen los nombres de Madrid. Francia, Praga y Caracas como cuatro elementos sin los que se entendería la figura del escultor.

Todo está encima de la mesa y ahora falta, tan solo, el empujón final que determine el renacer de Baltasar Lobo como figura imprescindible para Zamora. La ciudad, a la que legó su obra, se lo debe.