Zamora ha perdido 22.000 habitantes desde el año 2010. El balance de este periodo es, por tanto, muy negativo desde el punto de vista demográfico. Los pueblos van menguando sin control y el medio rural no encuentra el ancla para lograr que la población se quede en el territorio. Apenas hace unos meses que esta crisis se ha mediatizado y que la clase política de las diferentes administraciones parece dispuesta a intervenir. Solo el tiempo dirá si demasiado tarde para según que lugares de la España Vaciada.

En el caso de Zamora, uno de los datos que llama la atención es el referente a los núcleos que van perdiendo vida hasta el punto de vaciarse de verdad. Sin metáforas. Se pueden trazar diferentes fronteras para analizar dónde está el punto crítico pero, con los datos en la mano, uno de ellos destaca especialmente: desde 2010, treinta pueblos de la provincia han bajado de la cifra de 50 habitantes en un descenso, en muchos casos, acelerado, que pone en cuestión su supervivencia a medio plazo.

Resulta complicado mostrarse optimista en casos como el de Bercianos de Vidriales, que ha pasado de 59 a 35 habitantes en este periodo. Similar es el caso de San Cristóbal de Aliste, de 53 a 31, o de Espadañedo, de 76 a 43. Son solo algunos ejemplos de núcleos que han perdido el 40% de su población en apenas una década sin que haya habido demasiado interés por remediarlo por parte de la Administración.

Ese mismo recorrido ya lo hicieron antes otros pueblos cuya situación es bastante más delicada. Se trata de los núcleos donde la cifra de habitantes apenas alcanza la decena. Hasta once pedanías de la provincia han llegado o bajado de ese listón durante esta etapa, según los datos del Instituto Nacional de Estadística. Es decir, el número casi se ha duplicado.

Aquí aparecen Valdemerilla, Utrera de la Encomienda, Quintanilla, Santa Cruz de los Cuérragos, Las Enillas, La Azucarera o Villaguer, y también otros casos especialmente sangrantes. Por ejemplo, Vega del Castillo ha pasado de 16 a 5 habitantes en este periodo; Escuredo, de 20 a 6; San Pedro de las Cuevas, de 14 a 7; y Villarino de Cebal, de 16 a 7. Además, Gusandanos se ha quedado a cero, despoblado de facto.

Más allá de estos datos, prácticamente otros 40 núcleos de los más de 500 que alberga Zamora han bajado del centenar de habitantes durante este periodo. Hay casos de caída evidente que se perciben en pueblos como Alfaraz de Sayago, que se ha situado en 78 habitantes tras el último padrón, 40 menos que en 2010. Similar ha sido la caída en San Martín de Tábara, en Santa Eufemia del Barco o en San Martín del Pedroso.

En general, la tendencia descendente está llevando a los pueblos a suelos demográficos prácticamente desconocidos para varias generaciones. Mientras, los habitantes que quedan y quienes pretenden volver esperan pacientemente soluciones después de que el problema ya haya sido claramente reconocido.

Resulta obvio que uno de los puntos críticos, aunque no el único, se sitúa en la natalidad. Tras experimentar cierta estabilidad y brillo en la primera década, la tasa no ha dejado de bajar en la provincia. En 2019, Zamora encontró su suelo al registrar solo 789 bebés, 63 menos que el año precedente.