Las ballenas ven en blanco y negro, con una resolución muy baja, pero tienen muy desarrolladas las células que les permiten detectar la intensidad de la luz, si viven de día o de noche. Y, sobre todo, los ojos del rorcual contienen unas células que unidas a las de ratones de laboratorio generan neuritas, prolongaciones que podrían servir para la investigación en la regeneración nerviosa.

Todo eso ha descubierto en apenas un año el equipo de la zamorana Elena Vecino, catedrática de Biología Molecular en la Universidad del País Vasco que tuvo la perspicacia suficiente como para ver en un hecho fortuito una oportunidad. En febrero del año pasado aparecía una ballena varada en la playa de Sopelana, muy cerca de Bilbao y enseguida a Elena Vecino le picó la curiosidad. "Me gustaría ver cómo es el ojo, cómo funciona" en un animal que pasa de la superficie del mar a sumergirse a 300 metros.

Ni corta ni perezosa "fui a la playa donde apareció la ballena, pregunté a las autoridades si podía retirar un ojo, porque era profesora de universidad. La ballena había perdido el otro ojo, no sabemos si por los golpes con las rocas o porque se lo habían quitado".

En todo caso "la ballena había aparecido a cinco kilómetros del laboratorio, donde estamos especializados en el cultivo de neuronas y el estudio del ojo", aunque normalmente con órganos de cerdos, que son los más parecidos a los humanos. El equipo se dedicó al estudio exhaustivo del ojo, compaginándolo con el resto de proyectos, ya que esta investigación, sobrevenida, carece de financiación: llamar a las puertas de las instituciones lleva como mínimo un año antes de recibir contestación y a la empresa privada es difícil que le interese embarcarse en este tipo de investigaciones.

Hallazgos

Elena Vecino analizó la anatomía, morfología, la retina, utilizó técnicas histológicas, escudriñó los receptores al microscopio y la conclusión es que los rorcuales ven en blanco y negro, sin demasiada nitidez, pero que tienen muy desarrolladas las células que responsables "de dar luz y oscuridad, de saber si estamos de día o de noche. Los invidentes, a pesar de no ver la luz saben si es de día o de noche por estas células".

Y se puso a investigar otro aspecto más importante. Se sabe que los peces son capaces de regenerar el sistema nervioso, "nunca se quedarán parapléjicos". Pero la ballena es un mamífero, aunque viva en el agua y se comporta como tal, "no regenera como los peces. Pero pusimos un cocultivo, es decir, pusimos en contacto las células que acompañan y nutren a las neuronas de la ballena con células de rata, neuronas de rata, y empezaron a generar neuritas, o sea prolongaciones larguísimas. Sospechamos que como el mensaje del ojo al cerebro de la ballena tiene que recorrer distancias larguísimas, de más de un metro y en ratas o en humanos unos pocos centímetros, probablemente hay algo que favorece la regeneración, la expansión de las neuritas". Y en eso están, a ver si encuentran financiación para el proyecto para ver qué tienen las células de los cetáceos "que favorecen la regeneración de otros mamíferos más pequeños". Descubrir unas moléculas que facilitaran la regeneración del tejido nervioso sería toda una revolución. "Muchas veces sucede en ciencia que cuando estas buscando una cosa aparece otra, aunque la inspiración te tiene que pillar trabajando", dice la especialista, que en su día se centró en retinosis pigmentaria y ahora está especializada en glaucoma y regeneración del sistema nervioso.

De momento los hallazgos del ojo de la ballena ya han despertado interés en la comunidad científica mundial y está previsto que salga un artículo en la revista Science.

Todo eso contó ayer Elena Vecino en las Jornadas Infosalud de la Fundación Científica Caja Rural que prepara fecha para traer a Zamora la exposición de al científica (también licenciada en Bellas Artes) sobre el hallazgo, con fotografías y una adaptación para personas ciegas o con discapacidad visual. Una muestra que se estrena el 10 de febrero en Bilbao.