“Somos profesionales que atendemos urgencias con mucha frecuencia y nos dimos cuenta de que en los casos en que se inician las maniobras de reanimación cardiopulmonar antes de nuestra llegada, el porcentaje de éxitos es mucho más alto. Si nadie actúa, a los diez minutos el tanto por ciento de posibilidades de sobrevivir es prácticamente cero. Ahora bien, si desde el primer momento alguien comienza con las maniobras, el tanto por ciento sube hasta un 50 o 60%”. Con estos datos argumenta Ángel Gómez Prieto, médico del 112 en Zamora, la razón por la que, junto a un grupo de compañeros, puso hace tres cursos en marcha el proyecto educativo “Asignatura RCP”, que desarrollan en diferentes institutos de Zamora y Salamanca.

“El taller comenzó en Villamayor en enero de 2018 y, desde entonces, hemos impartido estos cursos en más de una veintena de centros”, calcula el sanitario. En la actualidad, los receptores son alumnos de 4º de la ESO, aunque, de manera extraordinaria, se están impartiendo a los estudiantes de centros enteros, como ocurre con el IES Maestro Haedo. El pasado año se impartieron estos talleres a más de 1.700 alumnos.

Para el desarrollo de este proyecto, además de la ayuda desinteresada de 35 instructores -todos ellos médicos, enfermeros y técnicos sanitarios de los servicios de urgencias hospitalarios y de la Gerencia de Emergencias de Castilla y León- que utilizan su tiempo libre para impartir estos cursos entre Zamora y Salamanca, se cuenta con el apoyo de la Sociedad de Medicina de Urgencias y Emergencias (SEMES) de Castilla y León -de la que Ángel Gómez es vocal- y del Instituto de Ciencias de la Salud de Castilla y León, que son los que facilitan los muñecos para poder hacer los talleres lo más prácticos posibles. “Sin toda esta ayuda, no sería posible llevar a cabo esta iniciativa”, agradece Gómez Prieto.

Consciente de que la educación para conocer las maniobras de RCP tendría que ser obligatoria para los jóvenes, en los talleres, que tienen una duración de cuatro horas, los instructores enseñan a los estudiantes desde aprender a detectar una situación de parada cardiaca hasta saber dónde llamar y qué decir, así como las maniobras de compresión cardiaca, ventilación boca a boca, posición de seguridad, actuación en atragantamientos o convulsiones y el uso del desfibrilador. “Lo que queremos es que, sobre todo, se trata de una clase muy práctica”, afirma el organizador, quien asegura que con el número de monitores -“tenemos cada uno a una media de ocho niños a nuestro cargo”, calcula- y con los materiales de los que disponen, entre muñecos y desfibriladores, este cometido es sencillo de lograr.

“Los chicos pueden practicar las diferentes maniobras varias veces y les parece una actividad muy interesante. Además, son como esponjas”, indica Gómez. Se trata de acciones sencillas, que aprenden rápidamente, aunque algunas se les “resiste”, como el caso de la maniobra del boca a boca. “A algunos les da mucho reparo hacer estas ventilaciones, pero terminan aprendiendo porque además saben que así pueden salvar muchas vidas”, anima.

El éxito de este curso también se comprueba año a año, puesto que antes de empezar se les pasa un test para valorar sus conocimientos previos, que son muy superiores cuando se les repite una vez terminado el taller, y al regresar el curso siguiente -son muchos los institutos que se interesan por repetir este proyecto- los sanitarios ven con satisfacción que los conocimientos se han asentado.

Además, del Maestro Haedo, La Vaguada, Alfonso IX, Sagrado Corazón de Jesús, Nuestra Señora del Rocío o Poeta Claudio Rodríguez son otros centros que cuentan con este taller durante el curso 2019-2020.