"Cada 12 de enero, un sentimiento de profunda tristeza vuelve a mí, ya que vuelvo a recordar todo lo que viví en allí, tanto a nivel profesional como personal". Silvia Montalvo Robles, la actual coordinadora provincial de Cruz Roja Zamora, tiene todavía muy presente lo que se encontró en Haití, cuando se fue con la ONG Médicos del Mundo, y se encontró con un país arrasado tras el terremoto del que este mes se cumplen ya diez años.

Con una larga experiencia en cooperación internacional -ha trabajado en lugares como Marruecos, Níger, Costa de Marfil o Burkina Faso-, reconoce que Haití le dejó una huella especial. "Es curioso cómo de una catástrofe concatenada con otra, terremoto, cólera, violencia electoral, atentados civiles o huracanes, nacen relaciones, sinergias y lazos tan estrechos, tanto con el mismo país como con las personas con las que has convivido. Hace mucho que pasó todo, pero parece que fue ayer", asegura.

Además de hacer su trabajo con la ONG, Montalvo fue un poco más allá y se embarcó en un proyecto para reconstruir un orfanato en Puerto Príncipe, gracias a la solidaridad de muchos zamoranos. "A día de hoy, continuamos el contacto con el orfanato y es un gusto ver cómo y de qué manera han mejorado las instalaciones y la situación para alojar y albergar niños y niñas. Todo comenzó con dormitorios, cocina y escuela y hoy es un proyecto enorme", se enorgullece.

Silvia Montalvo asegura que ella se fue de Haití sabiendo que algún día volvería, "porque algo tuyo se queda allí". Y eso es lo que le ha pasado a la otra zamorana cooperante que acudió al país para ayudar. La maestra María Redondo rememora como "algo realmente trágico" la noticia del terremoto. "Recuerdo sobre todo muchísima movilización a nivel mundial. Yo todavía no conocía mucho sobre el trabajo en el terreno ni sobre la labor de las organizaciones que trabajan en cooperación internacional, pero por esas fechas el mundo se paralizó, sorprendido por este trágico suceso".

Admite que, por aquel entonces, no sabía muy bien dónde situar Haití en el mapa -como le pasaba a millones de personas del primer mundo- pero que el terremoto lo puso de actualidad. "Es un país perseguido por las desgracias y, si miramos atrás, no ha tenido muy buena fortuna, desde la colonización de la isla, que terminó con la población originaria en menos de treinta años; un genocidio no reconocido con el que se acabó con una cultura entera", subraya.

Aunque ella pisó el país dos años después del terremoto, la impresión fue tan grande que, desde entonces, trabaja incansablemente por hacer resurgir al país y, sobre todo, a sus gentes, a través de la ONG que puso en marcha, Visión Solidaria. "Cuando llegué, mi trabajo se centró en colaborar de voluntaria con un proyecto con niños de la calle, haitianos que había cruzado la frontera a República Dominicana porque lo habían perdido todo". El objetivo era contactar con familiares y darles un hogar en Haití, "que, al final y al cabo, era su país", razona. Después dio el paso de crear su organización, que, desde hace cuatro años "se encarga de dar formación a gente joven de la comunidad y a grupos de maestros, además de organizar un campamento urbano para casi 300 niños, donde comen una vez al día y se les ofrecen talleres de artes escénicas, música, deporte, educación sexual o agricultura", enumera.

Ambas zamoranas coinciden en apuntar que la situación en Haití "no es mucho mejor que después del terremoto". Silvia Montalvo apunta a que la ayuda "se ha visto ralentizada o inexistente en muchas ocasiones, dado el continuo problema de corrupción política y la falta de control en los fondos si no existe una contraparte o personal expatriado que lo gestione", lamenta. Y es que en Haití, "llueve sobre mojado. La situación política y de inseguridad ciudadana que se vive sigue siendo un indicador y factor de riesgo que frena el avance del país y la expansión e inversión del mismo", argumenta.

María Redondo añade que todavía existen 22 campos de refugiados y 34.000 personas viviendo en situación de desplazamiento. "Según la Organización Internacional para las Migraciones estas personas serían ya desplazados permanentes, una vez que ven imposibilitada su capacidad de volver a lugares donde vivían o rehacer su vida", calcula. Pero la situación del resto de la población no es mucho mejor. "Hay casi cuatro millones de personas en situación de inseguridad alimentaria, lo que significa que el 40% de la población vive en situación de hambruna. Las personas están desesperadas, quieren oportunidades y no las tienen, muchos emigran a República Dominicana o a Chile en los últimos años", señala. Una situación a la que hay que añadir las crisis política y energética, que deja al país desabastecido de combustible, con las consecuencias que ello tiene para la economía y el desarrollo del territorio.

"Hay grandes organizaciones que siguen actuando en la zona y, tras ocho años de experiencia, puedo decir que los pequeños proyectos que cuentan con la gente local, que son nuestro tesoro, son los que más resultados positivos tienen para la sociedad. Si no cuentas con esta población, no les haces cómplices del cambio ni los implicas, los proyectos no son viables. La propia persona local es la que tiene que tirar por su país", aconseja.

Asegurando que Cruz Roja seguirá apoyando al pueblo haitiano, Montalvo afirma que no se puede olvidar al país "ni, sobre todo, a sus niños, que so el futuro y el motor. Luchar por una protección, por salvaguardar los derechos fundamentales de la población y hacer un llamamiento internacional a la unión de recursos para seguir movilizándonos, informando, concienciando, sensibilizando y promoviendo el trabajo en Haití y agradeciendo a quienes continúan allí la lucha diaria, codo a codo, con todos ellos", agradece.