El papel de la mujer en la sociedad, la sobreexposición visual o la violencia contra las mujeres suponen algunos de los asuntos sobre los que reflexiona de manera plástica la artista Leonor Hernández. Trece de sus obras protagonizan desde ayer la muestra "Interacciones", abierta en la sala de exposiciones de la Alhóndiga

La zamorana reúne en su primera muestra individual un total de trece piezas de gran formato realizadas en diferentes materiales y distintas técnicas en función de aquello que desea plasmar.

Una primera parte de la exposición está consagrada a piezas centradas en los rasgos de personalidad, que la pintora ha trabajado durante tres años. En este apartado el público podrá contemplar una obra enmarcada en una pizarra en la que ahonda en la inmadurez y que remite al mundo infantil. En otra creación la artista fija su atención en el narcisismo a través de una sobreposición de imágenes cuando el individuo se coloca delante, en tanto que en óleo sobre tabla u óleo sobre una tela apuesta también por la sobreposición de imágenes en su interés por abordar "cómo nos afecta la contaminación visual", explica la zamorana afincada en Madrid.

En un segundo ámbito de "Interacciones" se encuentran dos grandes piezas. En una deconstruye la obra de "Las señoritas de Avignon" enlazada con la tecnología y en otro impactante cuadro reflexiona sobre la situación del Mediterráneo a partir de la toma de elementos del Renacimiento que sitúa en una cultura más primitiva, detalla la autora que trabajó en la impresionante pieza más de un año y donde ha situado bordados y cosidos como "homenaje a las mujeres como creadores de vida y planteo una reflexión sobre nuestra vida actual, el empleo del Mediterráneo y cómo nos afecta lo que tenemos y lo que viene de fuera", indica.

Leonor Hernández lleva a cabo también una reinterpretación del cuadro de "Saturno devorando a su hijo" de Goya donde, sobre una tela africana de colores vivo e intensos rojo, amarillo y azul, ha situado unas pastillas en alusión a su ingesta como "una barrera de protección".

La violencia que sufren las mujeres por su sexo protagoniza un díptico, donde en una parte puede leerse "no es no" que completa, con influencia del Gernika de Picasso, una mano tendida hacia una fémina. "El auxilio de la mujer que no sabe si la mano la va a agredir o a salvar", describe esta pintora que en la obra quería hablar "de arte y de la mujer" y que casualmente la concluyó coincidiendo con la sentencia de la Manada. La vida y la ecología, donde utiliza las singulares caras de Murakami junto a la muerte, personificada en máscaras antigás con una fúnebre paleta cromática, completan el recorrido creativo que la artista comparte con los zamoranos hasta el próximo 24 de enero.