La actividad de la Fundación Ortega Marañón en Zamora es historia. La institución, que lleva más de dos años sin dar señales de vida en la provincia, vació hace unos meses las dependencias que ocupaba en la parte baja del antiguo palacio de la Diputación, y ni siquiera reclamó la subvención de 60.000 euros que había consignado el equipo de Gobierno de la Encarnación para financiar sus cursos y eventos durante el 2019. "Han dado la espantada", confirmaron a este medio los nuevos responsables de la administración provincial, que subrayaron que, ya en el mes de julio, su marcha era una realidad palpable y evidente.

De hecho, la última actividad conocida y promocionada por la fundación tuvo lugar a finales de 2017, cuando organizó un ciclo de charlas sobre Ortega y Gasset y lanzó una serie de becas para sus cursos de cine y relatos. Desde entonces, la nada. Los estudiantes americanos que debían acudir a formarse a la ciudad desaparecieron junto a las promesas de que Zamora acogiera exámenes para que los estadounidenses obtuvieran la nacionalidad española o la organización de cursos bajo el sello de calidad del Instituto Cervantes.

Así las cosas, casi un año y medio después de que la fundación diera señales de vida por última vez, al ser cuestionados por la evidente ausencia de actividad, fuentes de la Ortega Marañón reconocieron la realidad, pero no cerraron la puerta a retomar el trabajo en la provincia. Aquella puerta a la esperanza quedó abierta en la primavera de 2019. En esta ocasión, y a falta de conocer las explicaciones que se ha comprometido a ofrecer su directora general, desde la institución ya señalan la evidencia: "No se está organizando nada en Zamora".

De esta manera, y a la vista de la situación, la Ortega Marañón ya no optará a recibir dinero público de las instituciones zamoranas durante el año 2020. La Diputación ha decidido excluir a la fundación de las partidas para el próximo ejercicio, una decisión casi obligada a la vista de los acontecimientos. Hasta ahora, y desde hace un lustro, La Encarnación consignaba 60.000 euros anuales para destinarlos a la institución.

En el caso del Ayuntamiento de Zamora, tras una fuerte aportación inicial de 100.000 euros, todavía con Rosa Valdeón al frente, Guarido redujo el gasto a 45.000 euros para el ejercicio 2016 y ahí terminó todo. Desde entonces, al menos según los datos de la web municipal, no hubo más subvenciones.

De este modo, las instituciones zamoranas han aportado, a lo largo de estos años, cerca de 400.000 euros para impulsar el trabajo de una institución que llegó a la ciudad de la mano de Miguel Ángel Mateos y que terminó decidiéndose a desembarcar después de que el entonces presidente de la Diputación, Fernando Martínez-Maíllo, ofreciera las instalaciones del antiguo Palacio Provincial a los representantes de la Ortega Marañón.

Aquella oferta llegó durante la celebración del Día de la Provincia de 2013, y las primeras jornadas, que versaron sobre Gregorio Marañón, se organizaron en octubre del 2014. La idea inicial era que el flujo de estudiantes americanos que acudieran a formarse a la ciudad fuese prácticamente constante y que la cercanía con Portugal aportase un valor añadido a la sede de Zamora.

No en vano, los responsables de la fundación llegaron a subrayar que estaban "muy contentos" con la idea de instalarse en la capital y expresaron sus ganas de "hacer muchas cosas en la ciudad". Aquella declaración de intenciones llegó en 2015 y, efectivamente, las actividades continuaron, aunque con un volumen inferior al de las promesas. Los alumnos siguieron viajando a Zamora hasta el 2016 y las exposiciones ocuparon el antiguo palacio aún en el 2017. Finalmente, la Ortega Marañón fue desapareciendo del foco hasta apagarse. El proyecto soñado regresa al cajón del que salió hace años.