Fueron un avance hace más de 90 años, se convirtieron en un elemento de uso público indispensable durante varias décadas y forman parte del paisaje urbano de pueblos y ciudades, a pesar de que ya casi nadie les preste atención. Pero seguirán ahí. Al menos, hasta el 31 de diciembre de 2021. Las cabinas telefónicas sobrevivirán dos años más como servicio universal obligatorio, a la espera de que el Congreso de los Diputados apruebe una ley que permita su supresión.

Actualmente, según los datos de la Comisión Nacional de los Mercados y la Competencia, el mantenimiento de las más de 15.000 cabinas telefónicas que resisten en España conlleva un coste de 4,5 millones de euros. En la provincia de Zamora, todavía quedaban 67 terminales en el año 2018, más de un tercio en la capital, donde resulta extraño ver a alguien haciendo una llamada.

De hecho, Telefónica, que tiene la obligación de mantener este servicio, comunicó en su último informe que cada terminal registra, de media, una llamada cada tres días. Esto supone que muchas de las cabinas pasan jornadas enteras sin clientes. Así, no resulta raro que ningún otro operador quiera hacerse cargo de su gestión en la actualidad.

A pesar de ello, y mientras no se legisle, se mantendrá un carácter universal que garantiza que todos los ciudadanos tengan acceso al servicio "con independencia de su localización geográfica, con una calidad determinada y a un precio asequible". Al menos, debe haber una cabina telefónica por cada 3.000 habitantes, según la normativa.

La conversión de estos terminales en elementos pertenecientes a otra época ha ido de la mano del avance de la telefonía móvil. Hoy en día es habitual que cada individuo salga a la calle con su propio smartphone, capaz de realizar y recibir llamadas y con varios servicios de mensajería instantánea incorporados. En definitiva, aparatos listos para cubrir las necesidades que antes satisfacían los teléfonos públicos.

Con los datos de la Comisión Nacional de los Mercados y la Competencia encima de la mesa, en el año 2017 había más de 130.000 líneas móviles pospago registradas en la provincia. Dicho de otro modo, tres cuartas partes de los habitantes de Zamora tenían un teléfono portátil. Y la cifra va en aumento. En algunos territorios de España, el número de teléfonos supera incluso al de habitantes, según el informe.

A la vista de esta realidad, el propio Gobierno reconoció recientemente que está entre sus planes legislar para acabar con el servicio. De hecho, a lo largo de estos últimos años, se ha anunciado en varias ocasiones la muerte de las cabinas, pero la llegada del fin se resiste de momento. Lo que sí se ha producido es una reducción drástica de la cifra de terminales. En los años 90, antes de la aparición masiva de los móviles, había más de 65.000 en España; ahora, apenas queda una cuarta parte con dos años de prórroga antes de dejar de formar parte del paisaje cotidiano.