El intenso frío de la tarde zamorana se evaporó por arte de magia entre los niños al escuchar los cohetes que anunciaban la llegada de Melchor, Gaspar y Baltasar a las calles. Los nervios se acrecentaron y expectantes esperaron a que pasaran a su lado Sus Majestades, cada uno saludando a su rey favorito.

Venían bien acompañados desde el lejano Oriente, puesto que este año más de 700 personas -comandadas, una edición más, por la Agrupación Belenista La Morana- hicieron posible que la ilusión se mantuviera durante todo el recorrido en la cara de los más pequeños. Un recorrido que estuvo en todo momento repleto de gente, por lo que los magos, una vez que la estrella les supo guiar hasta la ciudad, se sintieron muy bien acompañados por los zamoranos.

Para combatir el frío, el desfile arrancó con un cuerpo de baile que animaba las calles, al igual que la música que sonaba en grandes altavoces ubicados en puntos claves del recorrido. Los niños comenzaron a sacar las manos de sus bolsillos y a deshacerse de sus guantes y manoplas para recoger los caramelos y piruletas -algunos afortunados incluso recibieron pequeños obsequios- que repartían los integrantes de la comitiva. Este año se repartieron cerca de 75.000 dulces adaptados a todas las intolerancias alimentarias, así que todos los niños se pudieron endulzar la tarde sin problema.

También hubo espacio para las furgonetas de Correos, donde se acumulaban todas las cartas escritas por los niños zamoranos con sus deseos para esa noche en forma de juguete y regalos para toda la familia.

El mundo del circo estuvo presente con saltimbanquis, acróbatas, zancudos y malabaristas, además de un gran globo a ras del suelo, que pusieron la nota de color al desfile, que continuó con una legión de romanos que portaban teas y escudos de sus respectivas legiones.

Los animales también fueron protagonistas de la cabalgata y los niños pudieron ver muy de cerca tanto a enormes y mansos perros san bernardo como a elegantes caballos y dromedarios que portaban muchos de los regalos que se repartirían por la noche. Ahí los niños estaban atentos a descubrir si alguno de esos paquetes llevaba si nombre, para dar alguna pista de qué les iba a esperar esta mañana en sus casas.

Los astrónomos que ayudaron a los reyes a guiarse por las estrellas a su destino, los carboneros que recogen el peor de las recompensas para los pequeños o los heraldos también pasearon por las calles de la ciudad, así como el cartero real, que se dedicó a recoger las cartas de los más rezagados, para que no se quedaran sin regalos.

Cerró la comitiva Melchor, Gaspar y Baltasar montados en sus respectivos camellos y saludando a todos los niños con una gran sonrisa. Poco después se dirigirían a ellos en la Plaza Mayor, donde el alcalde de Zamora, Francisco Guarido, acompañado de una comitiva municipal, leyó su propia carta de deseos y les hizo entrega de las llaves de la ciudad. Tras las últimas recomendaciones a los presentes para que se fueran pronto a la cama, la actuación finalizó con un espectacular castillo de fuegos artificiales y comenzó así la noche más mágica del año.