El bordado erudito de tipo litúrgico representa una de las parcelas más inexploradas y menos conocidas de la historia de las artes aplicadas, "a pesar de la amplia documentación antigua sobre los bordadores y sus obras, y de la variedad y la calidad de las piezas conservadas" argumentó ayer el delegado diocesano de Patrimonio y Cultura, José Ángel Rivera de las Heras en la inauguración de la exposición "Casullas bordadas siglos XV-XVII" en el Museo Diocesano.

La decimoquinta muestra temporal impulsada desde el espacio cultural diocesano reúne trece prendas litúrgicas bordadas por hombres entre el siglo XV, XVI y XVII en la capital. El director del Museo Diocesano y del Catedralicio desgranó que "los brosladores o bordadores eran profesionales que tenían talleres en la ciudad de Zamora" y a la luz de los datos que figuran en los libros parroquiales "sus trabajos normalmente eran encargos de las parroquias, aunque en Alcañices se conserva una casulla donada por el conde de Alba y Aliste".

La nómina de quienes trabajaron para las iglesias de la diócesis zamorana resulta extensa. En el siglo XVI figuran más de doce nombres propios, entre ellos Juan de Aguilar, Alonso de Atienza, Diego del Campo, Manuel y Mateo Ortiz, Antonio Prieto, Eugenio de Vega, y Cosme, Diego y Gregorio de Villarrubias. A caballo entre los siglos XVI y XVII aparecen los profesionales Gómez Durán de Adrada y Alonso Prieto y en la siguiente centuria, la época de mayor esplendor, Pedro de Adrada, Fernando Báez (Baz o Vaz), Jacinto Canal, Francisco Carreiro, Miguel García o Alonso de Valverde.

Las casullas atesoran una historia intrínseca, por sus formas, medidas y adornos que revelan "los principios estéticos y las devociones de su tiempo", por "la calidad de los tejidos", desde terciopelo o damasco, raso, sin olvidar la belleza de sus bordados realizados con hilos de oro, plata y seda, aunque "prima el empleo de hilo de plata sobredorado". "Los hilos de seda los empleaba para las carnaciones, los vestidos y lo hacían de manera matizada para imitar lo más posible lo que era la pintura y para darle el aspecto más solemne", describió el sacerdote que remarcó que las "elevadas cotas de calidad se aprecian, sobre todo, en las bandas verticales o cenefas de imaginería, en cuyos encasamientos y tondos se representan escenas o figuras aisladas de Dios Padre, Cristo, la Virgen María, los apóstoles y otros santos, sobre fondos neutros o paisajísticos".

Las piezas expuestas, que no han tenido que limpiarse ni restaurarse para la exposición, proceden de las parroquias de Almaraz de Duero, Coreses (única documentada a Diego del Campo en 1587), El Perdigón, Fresnadillo, Fuentespreadas, La Bóveda de Toro, Moraleja del Vino, Morales de Toro, Pozoantiguo, Vezdemarbán y dos de la capital, una perteneciente a la iglesia de San Ildefonso y otra a Santiago del Burgo. Esta prenda litúrgica "es un tema infrecuente para exposición" y las casullas presentes, que podrán verse hasta junio, "tienen una elevadísima calidad".

Manos diestras pretéritas cuyo arte sigue vivo y puede conocerse y admirarse.