En el mes de septiembre, Zamora decía el último adiós a quien fuera su obispo durante 13 años. Gregorio Martínez Sacristán falleció el pasado 20 de septiembre a los 72 años de edad, después de padecer cáncer.

Tres días después, el 23 de septiembre, la Catedral de Zamora acogió un multitudinario funeral, que fue presidido por el presidente de la Conferencia Episcopal Española, Ricardo Blázquez.

La ceremonia fue concelebrada por un centenar de sacerdotes y treinta obispos y antes se rezó un responso en la iglesia de San Ildefonso, de donde partió el cortejo fúnebre con el féretro portado a hombros hasta la Catedral.

Gregorio Martínez Sacristán nació en Villarejo de Salvanés (Madrid), se formó en el Seminario Mayor de Madrid y fue ordenado sacerdote el 20 de mayo de 1971.

Fue nombrado obispo de Zamora el 15 de diciembre de 2006 y tomó posesión de la Diócesis el 4 de febrero de 2007, consagrado por Antonio María Rouco Varela, arzobispo emérito de Madrid, que asistió al funeral. Martínez Sacristán sustituyó en el cargo a Casimiro López.

En el funeral, Ricardo Blázquez hizo referencia a la enfermedad padecida por Martínez Sacristán, que en 2017 se sometió a una operación de transplante de riñón. Blázquez explicó en la ceremonia que el obispo estuvo "marcado profundamente por la cruz de la enfermedad".

Los restos de Gregorio Martínez Sacristán descansan en el trascoro de la Catedral.

Tras el fallecimiento y el funeral, el Colegio de Consultores de la Diócesis de Zamora eligió a José Francisco Matías Sampedro como administrador diocesano.

El que fuera vicario general hasta el fallecimiento de Martínez Sacristán tomó así las riendas de la Diócesis de Zamora hasta que sea ordenado un nuevo obispo que sustituya a don Gregorio. En ese momento, Matías Sampedro cesará en su cargo.

Nacido en Belver de los Montes el 24 de agosto de 1956, José Francisco Matías Sampedro fue nombrado canónigo de la Catedral el 5 de noviembre de 2008 y vicario general de la Diócesis el 12 de septiembre de 2011. Entre sus objetivos está insuflar esperanza en los pueblos y desmontar la idea de que se ubican en un territorio "vaciado y de gente desesperanzada".