Las amistades forjadas durante la infancia son todo un tesoro si perduran y un grupo de zamoranos lo sabe muy bien. Por eso se reúnen, desde hace ya 60 años, todos los 28 de diciembre en Zamora para compartir una cena llena de recuerdos y anécdotas. Esta camaradería comenzó en las aulas y los patios del colegio Corazón de María y el instituto Claudio Moyano y después el tiempo los ha convertido en ingenieros técnicos industriales, abogados, químicos, ingenieros de obras públicas, marinos mercantes, economistas, industriales o comerciantes. De hecho, todavía dos de ellos siguen en activo con sus propios negocios.

Este sábado se reunieron Luis Miguel Prieto Sogo, Felipe Hernández Rodríguez, Tomás Ángel Ramos Guerreira, Manuel Rafael Villar, Eduardo Gallego Esteban, Emilio Lucas Méndez, Fernando González Chillón, Mariano Michinel García, Valentín Tola Baladrón, Alfredo Prieto Blanco y Raimundo Hernández Landeira. Todos ellos tuvieron un emotivo recuerdo para sus compañeros ya fallecidos Justo Méndez de la Cruz, Antonio García Millán, José Luis de Castro Martín y Ángel González Guillermo.

Y es que la amistad es tan fuerte que, aunque algunos ya no estén, sus viudas siguen acudiendo a la cita anual. En esta ocasión se reunieron 25 personas alrededor de la mesa del Gran Casino Zamora, lugar de referencia desde hace al menos cinco años.

Tantas décadas quedando a cenar este Día de los Inocentes les han servido para recorrer diferentes restaurantes de la capital. Comenzaron en el Centro Gallego, que estaba ubicado en la plaza del Maestro Haedo, justo encima de la mítica cafetería Lisboa. Aquel primer encuentro fue una sencilla merienda que les costó noventa pesetas, puesto que los amigos contaban con solo 16 años. Pero la primera cena "formal" se celebró en el restaurante Serafín, cuando estaba en la calle San Andrés. El local instalado después en la plaza del Maestro Haedo o el restaurante Sancho II han sido otros lugares de encuentros para ponerse al día cada Navidad.

No fue el 28 de diciembre una fecha elegida por una causa justificada, pero con el tiempo se perpetuó y además se comprobó que era un día muy adecuado, puesto que, al caer en fechas navideñas, a todos los amigos que estaban primero estudiando una carrera universitaria y después viviendo y trabajando fuera les resultaba más sencillo acercarse a Zamora. En la ciudad residen cuatro de ellos, pero el resto está dispersado por Salamanca, Madrid, Tordesillas, Sevilla o La Coruña, aunque los kilómetros de distancia nunca han sido excusa para volver a reunirse.

De hecho, aunque este día es el más señalado en la pandilla, no solo se ven una vez al año. Es habitual que organicen dos o tres encuentros más, siempre acercándose a sitios donde residan algunos de los integrantes del grupo, como Úbeda, La Coruña, Vigo o Sevilla. Así aprovechan a conocer otras ciudades, siempre intentando cuadrar las fechas en épocas con temperaturas agradables, como primavera u otoño. Pero el 28 de diciembre es cuando intenta no fallar ninguna en esta reunión, que intentan alargarla durante todo un fin de semana, aprovechando para hacer algo de turismo, además de contarse las últimas novedades. En esta ocasión, tras la cena del sábado, el domingo se fueron a la zona de Tábara y repusieron fuerzas en Ferreruela. Y es que la buena comida nunca falla en estos encuentros, para reforzar la buena compañía y una amistad inquebrantable desde hace ya 60 años.