Semanas atrás, Luis Rius Caso presentó en Madrid la primera edición española de "Poeta de barro", la biografía de León Felipe que su padre, Luis Rius, publicó por primera vez en México en 1968. El escritor mexicano, que acaba de lanzar la novela "El espía de Franco", tuvo la ocasión de verse con los responsables de la Fundación León Felipe, institución a la que cederá las grabaciones previas a la biografía del autor zamorano Felipe Camino.

-¿Qué lugar ocupaba en su casa la figura de León Felipe?

-Desde que tengo uso de memoria, recuerdo a León Felipe en la casa cuando mi padre le hacía las entrevistas para el libro. Yo tendría nueve años. Desde entonces tengo una memoria sobre la presencia y significado del poeta, tanto por mi padre como dentro de la cultura del exilio español y de la poesía mexicana. Fue de las figuras emblemáticas, pero también de las más arraigadas en la conciencia locales, aún cuando no escribió poemas mexicanos. Se convirtió en un símbolo impresionante, cercano, a su pesar, al presidente de la República, Lázaro Cárdenas, y a ministros y a gente con poder, que lo adoptaron y le dedicaron una estatua de bronce. Como en el caso de Pedro Garfias, Felipe Camino fue alguien que trascendió las patas sociales de México y se convirtió en un símbolo fundamental.

-Tenía nueve años cuando su padre, Luis Rius, realizó las grabaciones para el trabajo "Poeta de barro", ¿tiene una imagen nítida o más vaga del escritor?

-Es una imagen vaga. Lo recuerdo en la casa y, no sé por qué, también en Acapulco, no sé si por una trampa de la memoria, tal cual aparece en las fotografías: con sus gafas de cristal de botella, completamente calvo y venerable.

-Luis Rius fue un devoto de Felipe Camino, ¿qué le contaba de él?

-Él le tenía verdadera veneración y trabó una profunda amistad. Al escuchar las cintas, se percibe que León Felipe se siente muy a gusto con mi padre. Hablan de muchas cosas, desde lo cotidiano, de qué van a comer... hasta la policía profunda, Huidobro... los grandes temas que se tratan en el libro. Es un aspecto que desconocía, porque Felipe murió en 1968 y mi padre publicó el libro a continuación, que tuvo mucha aceptación. Esa devoción era incluso iconográfica: en casa había retratos de León Felipe, incluso algunos dibujos de Elvira Gascón más allá de los conocidos; otro de Inocencio Burgos, un gran dibujante, y otro más de un artista que se llamaba Héctor Javier. Fue una constante, tanto en las cátedras como en los programas de radio, el referente más fuerte para mi padre.

-Precisamente, su padre hizo prácticamente de todo: fue periodista, escritor...

-Me tiene muy impresionado, porque falleció a los 53 años de edad y trabajó como si hubiera vivido un siglo. Tenemos su archivo y ahí se ve que fue prácticamente de todo: desde doctor en Letras hasta poeta con varias publicaciones, periodista o divulgador de la literatura, con el fin de que permeara a toda la sociedad. También fue un promotor musical de cantantes de poesía y de cantautores que tenían algún tipo de inspiración poética. En México, conoció, por ejemplo, a Enrique Morente.

-¿Usted llegó a conocer personalmente a Morente?

-Sí, de su gran amistad con mi padre. Igual que a Manzanita y a otros que venían a México y que fueron promovidos por mi padre, Luis Rius, junto con Paco Ignacio Taibo, un español que llegó después y que crearon toda una cultura española en nuestro país, llena de flamenco y de esta idea de trasladar la poesía a la esfera de la vida cotidiana.

-Rius fue también muy valiente: Enrique Morente defendió una idea del flamenco revolucionaria que no sentó muy bien entre los más puristas del género, ¿cómo fue aquello?

-Mi padre conocía perfectamente el estilo de Morente, porque él mismo era un devoto del flamenco más clásico. Sin embargo, con Morente se obsesionó. Yo recuerdo muy bien al músico, alguien sumamente simpático que se encontró a gusto en México.

-Supongo que el archivo del que antes hablaba antes es también un gran legado, ¿lo han estudiado?

-Dejó un gran legado en la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM (Universidad Nacional Autónoma de México). Fundó esta misma facultad en la Universidad de Guanajuato, dejó una memoria muy grata en televisión y fue alguien que estuvo en la esfera pública. Alguien, además, muy guapo y bohemio. Tenía esa aura bohemia, que extendió en programas y películas de televisión.

-Así que en México fue una celebridad.

-Era una celebridad en todos los sentidos, con amistades políticas y universitarias, metido en el mundo de la farándula, a través del flamenco. Compuso recitales de poesía con su segunda esposa, la bailarina de flamenco Pilar Rioja. Hizo varios espectáculos de música barroca y sobre el duende flamenco, en particular uno sobre Federico García Lorca, que tuvo mucha repercusión en México.

-¿Cómo fue la visión de Lorca que tenía su padre?

-García Lorca estaba entre sus poetas preferidos. Las generaciones del 98 y del 27, y muy particularmente García Lorca le encantaban. Reunió una biblioteca muy importante sobre temas lorquianos y en sus cátedras y programas de radio tocaba mucho al poeta granadino, era su inspiración en los espectáculos sobre flamenco. Llevaba a cabo lo que Lorca denominaba "teoría y juego del duende", era su guion con bailarinas y actores.

-En ese legado, deben de estar las grabaciones que Luis Rius tomó a León Felipe para documentar el libro "Poeta de barro", ¿han tenido oportunidad de profundizar en ellas?

-Cuando mi padre estaba ya muy enfermo, nos pidió por favor que, como se grabaron cuando se divorció de mi madre y se casó con Pilar Rioja y puesto que también había eventos delicados de León Felipe al final de su vida, con aspectos comprometidos sobre el exilio o los poetas mexicanos, tuviéramos mucho cuidado. Hemos terminado ese proceso de escucha, son muy pocas cosas delicadas y ha pasado mucho tiempo. Por esta razón hemos pensado que esta grabación debe estar en la Fundación León Felipe y bajo la gestión de Alberto Martín, que ha hecho un prólogo fantástico para la nueva edición de "Poeta de barro".

-Es decir, que puede anunciar formalmente la cesión de ese documento sonoro a Zamora...

-Sin lugar a dudas, sin ningún tipo de censura. Son más de veinte horas de grabación, con críticas muy duras a la intelectualidad mexicana que no salen en el libro, cosas simpáticas de León Felipe, atacando a quienes lo habían atacado. También hay aspectos simpáticos, que prueban que León Felipe, más allá de esa imagen de poeta amargado que le habían asociado, tenía buen humor.

-Siempre se describió a Felipe C amino como una persona ensimismada, triste. ¿No era así?

-No, se le ve muy alegre, con voluntad de hablar de muchas cosas, pero mi padre lo va conduciendo a los temas, para que no se disperse. Hay un día en concreto que sí se ve esa parte depresiva, que las cintas retratan muy bien.

-Ha hablado de la cuestión sensible del exilio, su padre también fue un exiliado, pero diferente a León Felipe.

-Sí, el llegó siendo niño, a los nueve años, y por eso perteneció a la generación de hispanomexicanos. Tienen una problemática diferente a los primeros exiliados, como Max Aub, por ejemplo. Llegaron también muy afectados por la guerra y por tener que huir también de Francia.

-No deja de impresionar cómo personas que nacieron en España, su país, vivieron la mayor parte de sus vidas en México y cuando regresaron, lo hicieron como extranjeros. ¿Cree que Luis Rius experimentó esa misma sensación?

-Sin duda. Él fue a España porque le regresaron unos terrenos a la familia en el pueblo conquense de Tarancón. El viaje fue maravilloso, fue reconociendo sensaciones y sabores de su niñez. Pero acabó volviendo a México, su casa y su trabajo en la universidad. Después, regresó y sintonizó con España, pero ya era tarde porque enfermó. Le dio tiempo a verse con Enrique Morente y con Ángel González, el gran poeta, o el escritor Daniel Sueiro. También se reencontró con novias, al menos una, cuyo nombre me reservo (sonríe).

-¿A qué edad vino usted a España por primera vez?

-En 1971, con mi tío Manuel Bonilla, cuando aún había franquismo. Era niño y me sorprendió este país, me encantó, y también me puso en estado de shock porque veía imágenes de Franco por todas partes.

-Supongo que era difícil ver desde la distancia cómo en Europa las dictaduras se habían transformado en democracias y, sin embargo, España era un caso diferente.

-Era doloroso, incomprensible. Daba la sensación de que el reloj de la Historia se había echado para atrás. En México vivíamos la "dictadura perfecta", a la que se refiere Vargas Llosa, aunque daba más margen de libertad. La impresión era que un país con esas maravillas se había rezagado enormemente.

-¿Usted reconoció la figura, la forma de ser, de su padre en España?

-Sí, desgraciadamente no coincidimos en España. Pero reconocí todo aquello que él había llevado de España a México, como los programas de televisión. Me brindó un poco de la bohemia que vivió aquí. Son momentos muy alegres con sus hijos.

-Doy por hecho que la edición, por primera vez, de la biografía de León Felipe a cargo del Instituto Cervantes es una gran noticia.

-Lo es, más con el prólogo de Alberto. Mi padre estaría feliz. Por desgracia, no vivió los dos acontecimientos editoriales más importantes: ni en la edición de sus obras de prosa y verso por el Fondo de Cultura Económica, que aparecieron gracias a Joaquín Díez Canedo (descendiente de Enrique Díez Canedo, promotor de León Felipe); ni en la publicación en España de "Poeta de barro". En todo caso, estamos recordándolo ahora y eso quiere decir que su obra goza de buena salud.

-Sabe que una exposición, "León Felipe: ¿quién soy yo?", termina ahora su itinerancia internacional en Chicago, ¿qué le ha parecido la iniciativa y su desarrollo?

-Tengo el catálogo, que habla de una exposición espléndida. Creo que las muestras visuales, como es esta, ayudan muchísimo a la penetración de un personaje, como es León Felipe. En México sería un éxito tenerla.

-¿Sería bien recibida por el país, donde León era mucho más popular que en España?

-Sin lugar a dudas. Entre exiliados -aún quedan algunos de la primera generación- y sus hijos sería muy bien recibida por el momento político que vive México. León Felipe fue una figura muy limpia, señera, que también permite de limpiarse de cosas ideológicas que no vengan a cuento. Sería venerado por gente de distintas clases sociales y perspectivas políticas.

-Por cierto, desde el punto de vista cultural, ¿qué situación vive México en la actualidad?

-De momento, es una situación indefinida. Hubo una expectativa con la transformación política, el mundo cultural se volcó con ella y, al momento de realizarse, quedan muchas dudas, una indeterminación angustiante. Confío en que empiecen a perfilarse líneas en torno a la cultura. En este ámbito, hay cosas que solo el Estado puede subsidiar, no todo pueden financiarlo particulares.