La crecida del Duero motivada por los importantes aportes aguas arriba de los afluentes por los continuos temporales de lluvia, está remitiendo gradualmente en el curso bajo del río, el que más afecta a la provincia de Zamora. Baja caudal y baja nivel tanto en la capital como en Toro, pero en esta última ciudad la Confederación Hidrográfica todavía mantenía a media tarde de ayer la alarma por la gran cantidad de agua que trae el principal río de la cuenca.

La punta máxima de la riada se vivió en Toro el día 26 de diciembre a las 16.00 horas, cuando pasaron por el punto en el que se toma el control del aforo nada menos que 1.582 metros cúbicos por segundo. El río llegó a llevar una altura de cinco metros y medio. A media tarde de ayer, el Duero traía por Toro un caudal de 874 metros cúbicos por segundo y una altura de 3,72 metros, con lo que la situación había mejorado notablemente, pese a lo cual se mantenía el aviso de alerta. No obstante las perspectivas son que los caudales evolucionen a la baja, lo que unido a la estabilidad en el tiempo hace prever que poco a poco las aguas vuelvan a su cauce sin causar mayores problemas de los que ya han podido afectar sobre todo a cultivos en la zona.

En Zamora capital, sin embargo, la Confederación Hidrográfica del Duero desactivaba ayer la situación de alerta, al bajar el nivel de los mil metros cúbicos por segundo, que es la cifra estimada para decretar esta declaración.

La punta de la riada se alcanzó en el Duero a su paso por la capital el 24 de diciembre a las cinco de la mañana, cuando el río traía 1.088 metros cúbicos por segundo y alcanzó una altura de 2,39 metros. Ayer tarde el nivel del río había bajado a 1,77 metros y el caudal estaba en 751 metros cúbicos por segundo. La razón por la cual el río trae más caudal por Toro que por Zamora, pese a estar la capital en un punto más bajo de su curso es que entre ambas existen zonas bajas de terreno que permiten al cauce desbordarse y por tanto, evitar que la riada llegue íntegramente de un punto a otro.

En todo caso la mejoría de la situación se ha dejado sentir especialmente en algunos puntos, como la zona de los Tres Árboles, que quedó anegada días atrás y donde el río ha retrocedido ya hasta lo que es su cauce natural.

El Duero, no obstante, baja todavía muy crecido con una corriente importante y una anchura de cauce poco habitual, lo que deja una preciosa estampa que los lugareños y turistas se apresuraban a visitar desde las orillas durante la jornada festiva de ayer.

Zonas como parte de los paseos ribereños o la playa de los Pelambres, desaparecida bajo las aguas que llegan hasta la pérgola metálica, tardarán seguramente más tiempo en poder abrirse al disfrute ciudadano, ya que permanecen inundadas.

El episodio de riadas queda lejos de otros más importantes vividos en Toro y la capital hace no tantos años, si bien habrá que esperar a que se retiren las aguas para comprobar si ha habido daños en cultivos, infraestructuras, caminos ribereños, mobiliario urbano, las aceñas o incluso las barcas municipales colocadas como atractivo turístico para unir las dos orillas.

Todo hace pensar que los daños no deberían ser demasiado elevados, aunque no existe aún un balance siquiera aproximado de las afecciones de la reciente riada.