El nivel del agua en el Duero ya es de alerta -bajan ya más de mil metros cúbicos por segundo- pero, al mismo tiempo, crece el espectáculo natural. Con la caída de la tarde y las lluvias ya superadas -la crecida es producto de los aportes de los afluentes- los zamoranos bajan a encontrarse con el nuevo aspecto del río, con esa ingente masa líquida con la que se presenta en Nochebuena.

"¡Mira las ocas!", se sorprende una niña, corriendo hacia la nueva orilla de los Pelambres, cuyo mobiliario urbano está prácticamente sumergido. "¡Cuidado con el agua!", le dice un familiar, también impactada, a pesar de haber vivido crecidas mayores. Y por toda la ribera, decenas de ciudadanos, móvil o cámara en mano, para registrar la belleza natural de ese otro Duero, solo valorada ante espectáculos como el de estos días.